EL SEXO DE LA LLUVIA
Ellas no quieren salvarse.
El
cielo está tan negro que da miedo. La gente lo nota y huye. Hay un nerviosismo
en el aire que se huele. Se ve en los entrecejos fruncidos. Tan fruncidos que
pueden sostener una moneda de dos euros. Corre, en los pasos apresurados de la
gente cargada de bolsas. En los coches, en los frenazos, en los ¡conducebienmecaguentó! Peor que nunca.
Como el conejo de Alicia llegando tarde. Todo el mundo parece querer llegar
cuanto antes a algún sitio. ¿A un refugio?
Menos
ellas dos. Ellas no quieren salvarse.
Son
unas geishas del siglo XXI. Apenas un-pasito-detrás-del-otro,
con esa parsimonia que sólo se permiten quienes se acaban de descubrir y
saben que juegan a la conquista. Disfrutan de cada roce accidental de manos,
cada descarga de electricidad en una mirada fugaz.
No
les importa ese mundo que anuncia un apocalipsis. Ellas no quieren salvarse. No les importa casi nada más que el cuerpo de
la otra a un movimiento de distancia. Saben que
quizá están llegando a una frontera, a la orilla de un beso. El vértigo
les recorre la espina dorsal, les hierve las piernas y mucho más allá. Los
pezones duros, la piel de la nuca erizada.
Se
sientan a mirar el mar desde la muralla. Pero no lo ven. Y eso que está
fagocitando la acera del Paseo Marítimo con un látigo salino incesante. Como
una boa constrictor letal, de película en tres dimensiones.
Son
las únicas que se detienen en medio de un cuadro vertiginoso. Escuchan, a lo
lejos el ruido de la ciudad. Aullando, rugiendo, relinchando. Thor, con su
martillo desafiante, parece gritarles desde el cielo.
Pero
no le escuchan.
Tampoco hablan. No es el momento de decir nada. Apenas presienten la agitación de sus respiraciones. Palpitaciones.
Tampoco hablan. No es el momento de decir nada. Apenas presienten la agitación de sus respiraciones. Palpitaciones.
Unas niñas con coletas cantan de la mano de su
madre que las arrastra en volandas a casi dos centímetros del suelo. ‘¡Que
llueva! Vamos niñas. ¡Que llueva! Vamos, que va a llover. ¡La virgen de la
cueva!’
—Acá
en España hay vírgenes hasta en las cuevas. —Dice Luz y se arrepiente de
inmediato de semejante tontería.
Danaé
sonríe. Asiente mirándose las manos. Se alisa los lunares de su falda roja y
blanca. A lo mejor queriendo dejarlos planchados. Alinearlos. Y de veras parece
que lo logre. O está nerviosa. Es eso. Debería de haber salido más abrigada,
pero es que la falda es tan bonita.
¡Que llueva! ¡Que
llueva! La virgen de la cueva, los pajaritos cantan. ¡Que sí! ¡Que no! Que
caiga un chaparrón.
Luz piensa que Danaé, así de callada y bucólica tiene un cierto
aire a virgen. Le va el rollito de la virgen de la cueva. Quedaría preciosa en
unas estampitas milagrosas. La gente la adoraría. Es angelical, etérea.
Quedaría perfecta sentadita encima de una chimenea con las manitas muy juntas
sobre el regazo.
—Yo intento ser solidaria. Cada año le compro la lotería a la Cruz
Roja. Si fuera rica, donaría mucho dinero a los niños pobres. —Se anima Danaé.
Más que nada por decir algo. Se queda satisfecha consigo misma. Continúa
alisándose los lunares rojos.
Luz no parpadea. Por un momento no
sabe si largarse a correr con el resto de la gente o sumarse a las hormigas y
las moscas que están igual de alteradas. Nota arder sus mejillas. Corrige ese
mechón de pelo, acomodándolo detrás de las orejas.
Controla el estado de sus cutículas. Está a punto de pensar que no es posible ser tan estúpida y no darse cuenta. Que esta chica sentada junto a ella es adorablemente retrasada. Que parece ignorar su tremenda estupidez. Quizá hasta llega a pensarlo, a esbozarlo. Pero la interrumpe un estruendoso trueno. Dos.
Controla el estado de sus cutículas. Está a punto de pensar que no es posible ser tan estúpida y no darse cuenta. Que esta chica sentada junto a ella es adorablemente retrasada. Que parece ignorar su tremenda estupidez. Quizá hasta llega a pensarlo, a esbozarlo. Pero la interrumpe un estruendoso trueno. Dos.
Comienza a llover, a diluviar. Como
si algo se hubiera roto en algún sitio. Les sacude el letargo, desordena los
lunares de la falda de Danaé, alborota los rizos de Luz, espanta los
pensamientos.
—Nos vamos a empapar —alerta Danaé
con la cara compungida. Una virgen angustiada.
—No te preocupes, no queremos
salvarnos—le abraza Luz a media voz. Es un conjuro tibio y envolvente. La
acerca con fuerza, cogiéndola de la cintura. La otra mano se desliza por la
espalda, por el tobogán que surcan los omóplatos. La inmoviliza delante de su
boca. Abarca todo su cuerpo. La hipnotiza.
La besa.
La besa.
Se besan.
Con ansias.
Con agua.
Con chorros.
Mojadas.
Empapadas.
En medio de la lluvia de enero, el viento les
despeina las inseguridades, las evade del mundo.
La tormenta las arrastra de la mano,
corriendo por las resbaladizas calles del casco antiguo. Suben las escaleras de
dos en dos. Agitadas. Se desnudan antes de llegar a la habitación, tocándose,
chupándose, mordiéndose, lamiéndose, oliéndose, frotándose. La lluvia que está
ahora en las ventanas, es la misma que permitió el abrazo, el beso.
Ahora: el sexo.
Su blog, del que soy seguidor
gracias por la lluvia!
ResponderEliminarGracias por tu colaboración. :)
EliminarMe encanta esa forma tan especial de decribir una lluvia tan especial... Felicidades!!!
ResponderEliminarEspero que Damian Cano lo lea, pues será de su agrado :)
Eliminarmuchas gracias por el comentario en los premios blog!!!!
ResponderEliminartu blog es muy muy interesante, el post,que acabo de leer, me parece más que interesante!
personalmente, en mi blog,vas a encontrar,la explicacion de por que no voy a cada blog exclusivamente...ok?
me quedo!!!
un abrazo,mil gracias
lidia-la escriba
Gracias por la visita y tus ánimos.
EliminarEste post en concreto es de un amigo que ha colaborado en el blog. Damián, su autor, se sentirá muy contento al leer estas palabras. Si te ha gustado ya sabes, visita sus enlaces...
Un abrazo
gracias por los comentarios!!!!!! más lluvia y emociones en http://lavenganzadelafea.blogspot.com.es y por supuestísimo que quedan todos invitados a pasarse sin llamar y entrar a http://www.facebook.com/Lavenganzadelafea un abrazo grande!!!
ResponderEliminarHaced caso a Damián, nada perdéis por hacerle una visita y hay cosas que os pueden sorprender¡¡¡¡
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