lunes, 7 de marzo de 2016

EL AMARRE (Primera Parte)







Este será un cuento más largo de lo usual y posiblemente conste de cuatro post para no cansar al paciente y sufrido lector. Tal vez sea el relato más "oscuro" hasta el momento, junto con el relato "ELEVARON". Está basado en hechos reales, en parte de la vida de un hombre que podía haber llegado a ser mi pareja; por azares del destino nuestros caminos se encontraron y también, oportunamente, se separaron.¡Menos mal!
Nada más lejos de mi intención de molestar, herir susceptibilidades con la evolución de la trama u ofender a las mujeres. Como licencia literaria el que una mujer fuera la protagonista daba más juego. A ellas les puede quedar siempre el consuelo que en la realidad fue un hombre.
En todo caso, el sexo del protagonista, así como la orientación sexual que tenga es algo que considero secundario. Esta es una historia de desamor-que no de amor- y de como, según deseemos....
  
EL AMARRE (Primera Parte)        

LECTURA DE CARTAS. TAROT. ESPAÑOLAS Y BRASILEÑAS. PREPARACIÓN DE PERFUMES PERSONALIZADOS: AMOR, DINERO, TRANQUILIZANTES, SUERTE, AMARRE, CONTRABRUJERIAS, LLAMA CLIENTES. ASESORAMIENTO DE PAREJAS Y TRABAJOS DE PROTECCIÓN.
AMULETOS DE TODO TIPO PERSONALIZADOS. VELAS PREPARADAS PARA TRABAJAR Y RITUALES DE ALTA MAGIA.
RAPIDEZ Y EFICACIA ASEGURADAS.
VEN A CONOCERNOS Y RECIBIRÁS UN PEQUEÑO  REGALO.


El anuncio, uno más entre tantos insertados en aquella revista especializada, había llamado poderosamente su atención. En el margen superior derecho de la página treinta y dos, bajo un fondo azul celeste rodeado de símbolos cabalísticos, las palabras amarre y rituales de alta magia captaron su interés. ¿Un ritual de amarre podría atraer a Antonio de nuevo a sus brazos? La tienda no se encontraba muy lejos, incluso podía acercarse andando dando un agradable paseo. Pilar siempre había sido un poco supersticiosa, si bien no había profundizado demasiado en aquellos temas esotéricos. Pasar  bajo  una escalera  o que se cruzara ante ella un gato negro despertaba en su ánimo ciertos temores difíciles de controlar. Ahora comenzaba atraerle cada vez más a aquella otra forma de interpretar la vida, la realidad. De niña, había creído en la magia, en protectoras hadas madrinas, terribles dragones con ojos de color carbón encendido, en juguetones duendes esquivos, brujas malvadas que separaban a príncipes enamorados, hechizos o encantamientos en eterna lucha a favor del bien o el mal. Con la madurez, todo aquello había quedado atrás,  junto a los muñecos de peluche, las cocinillas de juguete y creencia en los Reyes Magos. Ahora, su mente desesperada buscaba una última salida que cambiara su situación, un  entorno que no podía ni quería aceptar.
Tras dos días de reflexión se acercó a la tienda, mejor dicho, dejó que sus pasiones, emociones e impulsos la dominaran sobre el raciocinio. Si todo lo que había intentado hasta momento para recuperar a Antonio -o para olvidarlo- había sido inútil, ¿Por qué no probar aquello? Ante el torbellino imparable que era su vida, deseaba entregarse, dejarse llevar, delegar sus propias responsabilidades y acciones en terceras personas o laberínticas circunstancias. ¿Qué podía perder? ¿Dinero? Ya estaba acostumbrada a derrochar;  podía ser una de las mejores inversiones que nunca había hecho. La esperanza  a llevar una vida normal,  aniquilar sus problemas y, sobre todo, atraer su amor perdido, inclinó la balanza. No sin cierto recelo, se paró durante unos minutos ante el escaparate, observando los objetos, a  los dependientes y clientes. A través de simpáticas brujitas de tela y cartón sobre sus escobas o sentadas ante sus bolitas de cristal, de amuletos y libros especializados, comprobó que  tenían un aspecto normal. Respirando hondo traspasó la puerta. Una música New Age de fondo, suave y relajante le tranquilizó. Llena de curiosidad ante la cantidad de objetos desconocidos contempló alguno sin detenerse demasiado. Fisgó unas velas en forma de falo, de esquelética muerte, de diversos Santos, de budas sonrientes en distintas posiciones, de calaveras, de hombres y mujeres desnudos, de serpientes, cabezas y otros diseños difíciles de describir. Curioseó aceites y esencias rituales para ungir y vestir las velas que se encontraban en los estantes de al lado,   hechos con resinas, raíces y cortezas inidentificables. Pasó delante de bolas y pirámides con supuestas propiedades energéticas de distintos colores, tamaños y materiales; al lado de medallas, colgantes, pendientes, pulseras y talismanes con figuras antropomorfas o signos complicados, anillos fotocromáticos que aseguraban cambiar de color según el estado de ánimo, péndulos de radiestesia, puntas de cuarzo, piedras del zodiaco, libros y folletos sobre la reencarnación, viajes astrales, cábala, astrología, rituales mágicos.
-¿Puedo ayudarte en  algo?
Pilar se sobresaltó. Una chica joven con sonrisa luminosa se había acercado a sus  espaldas sin que ella se diera cuenta. Su cabello era largo, hasta casi la cintura, trenzado al estilo africano con brillantes y coloridos abalorios. De su cuello colgaba un amuleto de plata en forma de garra que sostenía una esfera de cristal azul turquesa. Le pareció muy bonito y original. La dependienta se dio cuenta de que lo miraba.

-Se llama la garra del poder -explicó tomándolo con su mano derecha para enseñarselo a Pilar más de cerca- y protege del mal de ojo, envidias y toda clase de vibraciones negativas proporcionando salud, y dinero y amor.
-¡Es precioso! -asintió Pilar.
-¿Qué es lo que necesitas? -insistió ella.
-Bueno, -dudó- no lo sé... Quisiera consultar una cosa, y saber si puedo hacer algo para cambiarla a mi favor
-¡El universo está íntimamente unido, es como un círculo- comenzó a explicar la chica moviendo las manos-, todo lo que está conectado puede ser modificado moviendo o influyendo en uno de sus elementos!
       Pilar no supo que replicar, no la comprendió. Simplemente deseó que ella se encargara de todo, que organizara su existencia.
-Si quieres -propuso la dependienta- podemos pasar a aquella habitación y hablar más tranquilamente.
Pilar sintió miedo, ese miedo ya familiar al desconocido, a lo desconcertante, a lo increíble. El hecho de que su interlocutora fuera una mujer influía positivamente. De haber sido un hombre, no hubiera cedido.
-¿Cuánto cuesta la consulta? -preguntó Pilar ante lo inevitable.
-Treinta euros la tirada de cartas para consultar tu situación y ver los condicionamientos positivos y negativos que te rodean. Tengo que ver tu pasado, el presente y el posible futuro. Lo demás..., si quieres algún ritual –añadió haciendo una pausa- dependerá de lo que quieras y como quieras hacerlo. Sin dar tiempo a la respuesta dio la vuelta al cartel de la entrada al comercio mostrando a la calle un “vuelvo pronto” con bella caligrafía. 
Pilar temió que descubriera demasiado sobre su pasado, aún así la siguió hasta el cuarto. Entraron en un pequeño cubículo en el que había encendidas varias velas y varillas de incienso junto a figuras e imágenes a veces reconocibles y en otras  extravagantes. Ella le había preguntado lo que quería, y Pilar lo diría; desde luego que lo diría.
-Me llamó Iris –informó- si te sientes más relajada puedes fumar, no me importa. Aquí estamos fuera de la vista del público y los inciensos ocultan el olor.
   -Gracias- respondió Pilar sacando inmediatamente una cajetilla de su bolsillo y encendiendo un pitillo.
     -Para empezar, usaremos solamente las cartas del arcano mayor del tarot; luego también las de los arcanos menores. Barájalas -dijo entregándoselas a Pilar- y  centra tu mente en lo que quieres saber. La Energía debe pasar a las cartas, magnetizarlas...
-¡Estoy un poco nerviosa! -repuso Pilar.
-Tranquila, relajante. Cierra los ojos y mezcladas hasta cuando quieras. -Pilar así lo hizo-. Ahora, corta la barajan tres montones.
        Pilar formó tres pequeñas llanuras con los naipes.
     La pitonisa los tomó, comenzó colocarlos y a levantarlos, haciendo muecas y gestos de concentración, sorpresa o duda ante cada uno de ellos.
-¡Vaya! -exclamó la vidente- ¡tu vida parece que no ha sido nada aburrida!
      Pilar se dispuso a escuchar atentamente todo lo aquel mundo del más allá quisiera transmitirle. Tal fue su interés, que el cigarrillo se consumió por sí solo en el cenicero en forma de estrella depositado en la mesa, al lado del tapete rojo donde Iris estaba concentrando su energía.