lunes, 23 de junio de 2014

EL PRIMER DÍA. POR DAVID M. VILLA MARTÍNEZ





En demasiadas ocasiones supeditamos nuestra vida, deseos y sueños por los demás. Tomamos decisiones que consideramos inamovibles. Pero nuestro destino, en gran parte, lo podemos crear.

    EL PRIMER DÍA


Sentado en el borde de la cama, aún desnudo, Luis dirigió sus ojos hacia el foco de luz que, compuesto por filas horizontales de claridad discontinua en forma de estor veneciano, anunciaba el comienzo del día presente al otro lado de la ventana.

Tras calzarse las zapatillas se incorporó lenta, cansadamente, como si sus espaldas cargaran un peso mayor del habitual y se dirigió a la cocina: un café recién hecho le ayudaría a afrontar de mejor manera los acontecimientos venideros que a fuerza de repetirlos durante la pasada noche de desvelo, habían perdido gran parte de sentido, convirtiéndose en el espejismo de un sueño, la ilusión de una quimera, el delirio de una pesadilla. Demasiadas emociones…

Se sometió a una ducha dilatada que despejó su mente, al tiempo que su nuca, espalda y glúteos enrojecían bajo el chorro ardiente de agua. El vapor se fue espesando y sus ojos, perdida la vista en la blancura húmeda que lo ocultaba todo, enfocaron una vez más el pasado con esa mirada interior que en fotogramas caprichosos sin orden suele mostrarnos la película de nuestras vidas. 

Luis había dedicado toda su existencia a su familia; sus padres, dos hermanos y una tía soltera constituían una pequeña estirpe que descansaba en sus espaldas, de la que sin saber bien como no porqué se había responsabilizado. Las circunstancias, halladas o buscadas, natural o artificialmente provocadas –que de todo hubo- le forzaron en convertirse en la columna que sustentaba su hogar, le nutrieron de responsabilidades y le vetaron durante años la entrada al reino de la autocomplacencia y satisfacción de sus propias inquietudes y sueños. Cierto que hacia su vida, pero no la vida que realmente sabía que podía vivir. Y tenía la oportunidad… 

Salió de la ducha secándose con fuerza para espabilar su circulación y se dispuso a vestirse. En una silla, colocadas esmeradamente, se hallaban dispuestas todas las prendas, en orden inverso al que ocuparían sobre su cuerpo. Tras la colorida ropa interior, se embutió la camisa y mientras se peleaba con los botones, intentó acordarse del momento que marcó el principio de la resignación, de la aceptación de un destino que podía haber sido modificado; el momento en el que había arrinconado recelos, dudas, intuiciones y todo un compendio de aspiraciones que se fueron difuminando perdiendo su valor e interés. No encontró un momento concreto, sino una sucesión de acontecimientos ante los cuales podía haber sido más asertivo, actuado de manera distinta. Había postergado demasiadas cosas. 

Tiró de sus pantalones hacia arriba en un intento de que el cinturón, al quedar por encima de su incipiente estomago, le apretara lo menos posible; todo un símbolo que eliminaba las ataduras impuestas, las cargas emocionales y las obligaciones que habían anulado su voluntad durante tantos años. 

"No nos podemos quedar solos, tus hermanos necesitan aun de tu ayuda, ¿dónde vas a estar tú mejor que aquí?, tu familia es tu obligación, la sangre es lo primero". 

Las frases, como cantos de sirena engañosos, resonaron en su cabeza, reflejándose también en la imagen que el espejo le devolvía. Puesta ya la chaqueta se contempló satisfecho. 

Conteniendo la respiración, intentó absorber el fruto del buen comer y la falta de ejercicio regular y se peinó con la mano con un poco de gomina. A pesar de las dudas que pretendieron sembrar en él, inútiles intentos de tapar las grietas que presagiaban desastres imaginarios, estaba seguro que el placer que experimentaba con solo evocarle y el dolor que le producía su ausencia, únicamente podían ser fruto de aquello que se mezcla con el afecto, comprensión y pasión convertidos en amor y que una vez nacido es imposible parar. 

Absorto como se encontraba, se sobresaltó al escuchar tres pitidos. El coche ya le esperaba fuera. 

Se calzó los relucientes zapatos y se pasó la corbata por la cabeza, ajustándola en torno al cuello, al tiempo que contemplaba las puertas atrancadas del resto de las habitaciones. 

Antes de abrir la puerta del portal, oyó una nueva señal, otro sonido de libertad y esperanza. Ya en la calle, no pudo evitar sin embargo, mirar hacia arriba, hacia las ventanas cerradas tras las cuales su familia, sin estar ajena a lo que sucedía, permanecía como si nada pasara. Silencio, chantaje emocional…

Levantó la mano para decir adiós a todos y a nadie y, consciente de que no podría olvidar del todo su pasado, salió afuera, sintiendo como la ultima cadena se desprendía se su piel. 

Montó en el coche, adornado con tiras y flores de seda blancas. Erguido, deseando encontrarse con su amado y futuro cónyuge, sin volver la cabeza atrás inició el primer día de su vida. ¡El día de su boda con Daniel!

sábado, 14 de junio de 2014

PRESENTACIÓN DE LA LA NOVELA "DE LEVI" (SOSPECHA LEVE DE HEREJÍA) DE DAVID M. VILLA MARTÍNEZ



Finalmente, podréis disfrutar como lectura de verano DE LEVI (SOSPECHA LEVE DE HEREJÍA). Es un día muy especial para mí y me gustaría compartirlo con vosotros, con aquellos que me han apoyado en la cercanía y la distancia. Todo tiene su tiempo y el de ésta novela se ha hecho presente.





SINOPSIS


La primera mitad de siglo XVII es una época en la que la ignorancia, superchería e inmovilismo de siglos aun persiste y lo diferente causa miedo; lo que no es usual es explicado mediante normas férreas que dogmatizan siendo consideradas verdades inamovibles. Todo aquello que se sale de la norma está asociado a la brujería o herejía y por tanto la iglesia y la Santa Inquisición velan por pureza de la fe y la verdad. No existe el criterio propio, individual.

En este contexto histórico nace Hernán en la villa de San Román de Montalbán de la provincia de Toledo, hijo de una gitana adivinadora y echadora de cartas que ha sido condenada a portar el sambenito como penitencia contra las leyes divinas y humanas. La dolencia que padece Hernán será el hilo conductor de una trama en la que se mostrarán formas de pensar y vivir de múltiples personajes, tanto rurales como capitalinos, de Toledo y Madrid, en los que el común denominador es el pensamiento único guiado por las instituciones político religiosas y la ignorancia.

Las situaciones se complican en San Román de Montalbán: celos, envidias, sucesos sin explicación aparente, miedo y supervivencia conducirán a algunos de los habitantes a tomar drásticas decisiones de acuerdo a su conciencia con imprevisibles consecuencias.

La Santa Inquisición irrumpe definitivamente en sus monótonas vidas y el desconcierto aumenta para hasta puntos insospechados. Muchos continuaran viviendo en el miedo, mientras que otros, en distinta medida, lo enfrentarán.

domingo, 8 de junio de 2014

ESTOY AQUÍ. POR DAVID MARIO VILLA MARTÍNEZ



ESTOY AQUÍ


Hay momentos en nuestra vida en los que hemos de enfrentarnos a lo que nos hace daño o infelices. Cada uno, con suerte, encontrará su personal manera de hacerlo.

ESTOY AQUÍ. POR DAVID M. VILLA MARTÍNEZ


Llevaba allí tres días y aún faltaban cuatro más para que pudiera regresar a su vida normal. Siguiendo los pasos de la insoportable rutina, Luzvina se levantó desganadamente de la mesa donde, como siempre, dejó casi la mitad de la comida, después de removerla anárquicamente  con el tenedor en un ritual que acababa provocándole hastío y repulsión, pero al que se sentía inclinada irrenunciablemente. Al menos ese caos interior se plasmaba de alguna manera en el exterior, como una sutil vía de escape a la presión a la que se sentía sometida.

Por delante se extendía a otra faceta del acatamiento al descanso más absoluto; una sofisticada tortura que en lugar de calmar sus nervios, los desbocaba en una carrera hacia el delirio como caballos cojos perseguidos por fieras asesinas. Subió las escaleras que conducían a su habitación, dejando atrás el comedor en el que apenas dos o tres mesas registraban actividad y se adentró por el pasillo, un corredor poco iluminado con puertas en ambos lados. El hecho de que su habitación fuera la última de la derecha, la más alejada del centro vivo de la residencia, le pareció un guiño más del burlón destino.

Ya dentro de la sala se sentó sobre la cama, arrinconada frente a la ventana. El colchón era duro para su gusto Allí observó el resto del mobiliario, buscando con la mirada cualquier diferencia que no encajara en sus recuerdos. Todo seguía tal y como lo dejara una hora antes: una mesilla aséptica coronada por una pequeña lámpara, un escritorio que miraba la pared, cobijando bajo su marco de madera una banqueta giratoria y por último, un armario demasiado ampuloso y molesto a la vista para sus escasas necesidades  Miró a través de la ventana, sin ver. No sabía si se sentía encerrada o protegida; definir sus emociones sería como escoger al alzar una carta de una baraja de naipes arrojada al aire.

Luzvina se recostó, aburrida, hastiada, e intentó dormir un poco para adormecer no solo su cuerpo; también su mente inquieta. Tras dar mil y una vueltas hasta encontrar una postura relativamente cómoda se dejo vencer por la somnolencia.

¡Se despertó!

Al abrir los ojos, absolutamente confusa, tardó unos instantes en reconocer dónde estaba. La luz que entraba por la ventana era mucho más tenue. Se apoyó sobre sus codos e intentó incorporarse a la realidad.

¿Qué era lo que le había despertado? Era una especie de sonido, como una voz…

-Estoy aquí…

Recorrió con la vista la habitación, moviendo la cabeza lentamente en todas las direcciones, pero sin hallar el origen del aquel sonido.

-Arriba, sobre tu cabeza

Luzvina alzó los ojos hacia el techo y lo que vio le hizo buscar cobijo bajo las sábanas, a las que se aferró, apretando los brazos, cerrando los párpados y conteniendo el aliento. No se produjo ningún ruido revelador, no hubo voces en el siguiente intervalo de tiempo, que le resultó eterno, hasta que reunió el valor suficiente para asomar la cabeza fuera del protector refugio de tela. Volviendo a mirar aquella imagen, enmarcada por un halo desigual y cambiante de múltiples colores, confirmó lo inverosímil: aquella figura de otra dimensión era ella misma. Incomprensiblemente era una especie de reflejo en el espejo de facciones incorpóreas con iridiscentes colores de tonos imposibles. Algunos agradaban y aportaban seguridad, otros aumentaban su ansiedad y causaban rechazo, especialmente los de color marrón o gris sucio.

-¿Te he asustado? No debes tener miedo, porque aunque mires fuera, formó parte de ti; soy su otro yo, el sótano de tu conciencia.

Acurrucada en una postura casi fetal, abrió la boca en un gesto de respiración hiperventilada cercana al pánico. Se reconocía, pero eso no significaba que le agradara o que se sintiera directamente identificada con aquella doble etérica.

-He esperado mucho tiempo que me sacaras a la luz, que me dejaras ser consciente. Ya sé que soy lo peor de ti, pero debes aprender a convivir conmigo, pues si no me conoces y aceptas, nunca podrás ser feliz. No te preocupes, será como si nos encontrábamos por primera vez; mejor dicho, como si no nos hubiéramos separado.

Ante Luzvina se sucedieron un bombardeo de hechos, fechas y lugares de su pasado que, una vez pronunciados, cobraron realidad vestidos de palabras. La arroparon en un contacto doloroso, como si de nuevo volvieran a producirse. Instintivamente se tapó los oídos, intentando aislarse de aquella voz, pero el sonido le seguía llegando obstinado, profundo, como se procediera de su propio interior; cada vez más cerca de su garganta, las palabras se producían sin pausa, subían por su estómago, asfixiaban los pulmones y  se le encajaban en el cuello, provocándole las náuseas previas al vómito. Las voces de los recuerdos desbordaron su pecho recorriendo los brazos agarrotados hasta las yemas de los dedos Las palabras descendían también hasta su bajo vientre, sus ingles, recorriendo las piernas hasta la punta de los pies. Su cuerpo vibraba de una manera que nunca hubiera imaginado. Sintiendo calor en cada una de las células se abandonó al inevitable enfrentamiento, ante la manera en la que había percibido su existencia.

De pronto, como si una puerta cediera a la violencia del huracán de emociones, se encontró gritando entre sollozos todas las palabras que nunca había sido capaz de pronunciar, los sentimientos que no pudo asimilar, los recuerdos no curados que había ocultado, los odios y rencores guardados como joyas ponzoñosas, confesándose así misma todo lo que su corazón había ocultado en un protector e invalidante engaño. Asimiló sus propias traiciones, debilidades con responsabilidad y no con culpa mutiladora.

Por el eco de sus propias voces y los brazos de un corpulento hombre embutido en una bata blanca, volvió a la auténtica certidumbre, aunque tardó aún un tiempo en aceptar que éste no era uno más de los espejismos que antes le confundían. No bajó a cenar y durmió profundamente, sin apenas moverse, como si el colchón fuera el de su propia cama.

Días más tarde, contenta y cansada, traspasada la última puerta inspiró y expiró con profundidad tres veces. Sobre ella, el cartel “Centro de Regresión Mental”, ya no significaba únicamente una frontera entre el pasado y el presente, también era el mejor pasaporte para el futuro y Luzvina, en un alarde de reconquistar libertad, corrió escalera abajo, decidida a hacer el uso inmediato de ella.


Pocos, muy pocos, intuyeron la equilibrada gama de colores que envolvía su cuerpo, mente y espíritu.

miércoles, 4 de junio de 2014

REFLEXIONES SOBRE LAS CRISIS. POR DAVID M. VILLA MARTÍNEZ.



El significado del tema de los tres monos es complejo y diverso; así como para la élite intelectual se encontraban relacionados con el mencionado código filosófico y moral santai, entre el pueblo el sentido era «rendirse» al sistema, un código de conducta que recomendaba la prudencia de no ver ni oír la injusticia, ni expresar la propia insatisfacción, sentido que perdura en la actualidad 



Crisis (del latín crisis, a su vez del griego κρίσις) es una coyuntura de cambios en cualquier aspecto de una realidad organizada pero inestable, sujeta a evolución; especialmente, la crisis de una estructura. Los cambios críticos, aunque previsibles, tienen siempre algún grado de incertidumbre en cuanto a su reversibilidad o grado de profundidad, pues si no serían meras reacciones automáticas como las físico-químicas. Si los cambios son profundos, súbitos y violentos, y sobre todo traen consecuencias trascendentales, van más allá de una crisis y se pueden denominar revolución.
Las crisis pueden ocurrir a un nivel muy desesperante entonces puedes morir a nivel personal o social. Pueden designar un cambio traumático en la vida o salud de una persona o una situación social inestable y peligrosa en lo político, económico, militar, etc. También puede ser la definición de un hecho medioambiental de gran escala, especialmente los que implican un cambio abrupto. De una manera menos propia, se refieren con el nombre de crisis las emergencias o las épocas de dificultades.


REFLEXIONES SOBRE LAS CRISIS. POR DAVID M. VILLA MARTÍNEZ.


En ocasiones me siento desbordado. Crisis, crisis, crisis... Creo que he sido consciente con la crisis económica que estamos en una continua situación de crisis: crisis de los treinta, cuarenta, cincuenta...;crisis de pareja, crisis existencial, crisis de valores, crisis ecológica, crisis política. Con la explosión de las repercusiones y medidas ante la crisis monetaria me he dado cuenta paulatinamente, de una manera distinta, de cuan frágiles somos y lo perdidos que estamos. Buscamos seguridades, referentes a los que aferrarnos, como siempre hemos hecho a lo largo de la historia. Lo inquietante es que ya no sirven las medidas de antaño, que hay que inventarlas.

 Compruebo con amigos, vecinos, familiares y conocidos que en cierta medida ellos están experimentando lo mismo que yo con sus particularidades, no exentas de nexos comunes.
La crisis está cambiándonos, a algunos más a otros menos, a distintas velocidades y no me refiero en términos consumistas o de capitalismo salvaje. Es obvio. Para sacar lo bueno ya hay otros que destaquen la solidaridad, el espíritu de sacrificio, el llamado despertar de la conciencia y otros aspectos positivos. Yo no planteo ésto ahora, aunque si hay otros relatos o reflexiones en el blog en los que los destaco.

Creo que tras las grandes protestas globales y comunitarias, tras las manifestaciones y huelgas generales pasadas o por venir que parecen reflejar cierta unidad hay un fenómeno preocupante. Nos estamos volviendo más intolerantes, desconfiados, egoístas y nuestra manera de relacionarnos unos con otros no es del todo positiva por utilizar un eufemismo. 
En las parejas se generan tensiones cuando uno o los dos se encuentran sin trabajo. Eso es una novedad, pero si lo es el que se lleguen a plantear el "sálvense quien pueda" con o sin la existencia de hijos de por medio. El pan y cebolla, en la riqueza y en la pobreza no son suficientes y el amor es sustituido por necesidades más apremiantes en algunos casos. El amor que acuna y mece es sustituido por la crisis que arrasa y descoloca.
Los amigos y conocidos, incluso miembros familiares tienen reservas en el momento de hablar de determinados temas que no tienen que porque reflejar necesariamente un punto de vista político. 

La ayuda y apoyo ofrecidos -no me refiero al monetario o en forma de prestamos- se queda en palabras que se lleva el viento. Los apoyos morales, emocionales, las maneras sin gasto económico que nos podemos prestar mutuamente se ven reducidos, como si sobre ellos se cernieran una hipoteca no pagada a tiempo a punto de ser reclamada por Bankia. 
Me siento desconcertado cuando tiendo la mano para ofrecer, para intercambiar emociones y sentimientos, cuando me abro a amistades nuevas o viejas que parecen tener bases solidas para luego encontrarme abanicando el aire. Pareciera que se ahorran afectos y atenciones como si dependieran de la prima de riesgo. Cierto que en la vida todo cambia y tiene su proceso, que nada es permanente. No se puede ayudar a quien no se deja; a quien pone la soberbia, vergüenza, timidez o imagen social por encima de sus verdaderas necesidades holísticas.
En los últimos años y meses he hecho amigos interesantes. El intercambio de conocimientos mutuos y asesoramiento, ademas de implicar un desarrollo personal tiene su propia gratificación y recompensa como proceso y no como finalidad. Así ha sido por mi parte al menos. Es un ejemplo prosaico tal vez, pero viene muy a mano. Es una bocanada de aire fresco compartir de esa manera.

 La crisis hace que ahorremos hasta las palabras de aliento, de apoyo, de comprensión. Esperamos, en muchas ocasiones, algunas de ellas en lugar de juicios o prejuicios pero la subida del IVA ha debido de encarecer mucho su manifestación. Reconozco que, a pesar de mi optimismo, hay momentos en los que flaqueo. Entonces intento sentir en soledad, meditar, dejarme fluir y crear mi realidad modificando mis pensamientos acerca de mi percepción de la realidad. 
 Lo más terrible para mi es que, en ocasiones, me estoy volviendo de esa manera; al menos soy consciente de ello. En una época en la que la moneda compra poco, en la que el trueque emocional y afectivo deberían ser un recurso valioso me he percatado de mis pinceladas de tacaño. Tengo, en ocasiones, la percepción de que "mis inversiones" han sido depositadas en una entidad inadecuada o que no me aportan los réditos que esperaba. Es como si el BCE me susurrara que debo de guardar en casa, bajo el colchón de mi personalidad o la baldosa de mis intuiciones, todo aquello que me parece que es de valor personal sin compartirlo con nadie. ¿Será eso lo que les ha sucedido a los demás antes que a mi? Puede que simplemente sea un periodo de transición personal en el que descubro nuevas formas de apego de las que antes no era tan consciente.

Otro aspecto, cuanto menos llamativo, es el mundo de los contactos mediante perfiles o demandas de servicios, a los cuales no soy muy aficionado. De cuando en cuando pruebo, pues no hay que cerrar puertas. Aparecen de la nada, de pronto, gentes que no son más que chaperos encubiertos y de medio pelo o chicos en busca de protección, como se decían hace algunos lustros, que con tal de tomar  un café o cenar de gorra regalan los oídos a los pobres incautos. Evidentemente no hablo de sexo necesariamente, que también... Las paginas de contactos o de búsqueda de empleo están desempeñando un papel similar al del INEM o de los auxilios sociales. Varios amigos y yo mismo hemos tenido experiencias ciertamente curiosas al respecto, que no por ello dejan de ser desalentadoras emocionalmente en algunos momentos... Incluso si buscas en la red un profesional de la informática, un fontanero o electricista no es de extrañar que ponga como cebo   servicios sexuales añadidos. La gente tiene que ganarse la vida pero... me sorprendo.

 Hace unos días, durante una cena amistosa, ironizábamos acerca de la posibilidad de solicitar currículos y cartas de recomendación de los ex-amigos o ex-parejas de quienes se acercaran a nosotros, acompañados de una evaluación psicológica y un certificado de penales al estilo del periodo franquista. Si bien eran comentarios jocosos, en cierto modo, manifestaban con humor ese estado de inseguridad, de temor hacia el otro, de desconfianza.

Evidentemente estamos en crisis, eso ya nadie es capaz de negarlo pero, ¿No lo estaremos mucho más de lo que creemos?
Si con ella caen estructuras mentales generando otras nuevas formas de pensar que  sea bienvenida.