SUENOS DE ÁNGEL |
Especialmente escrito y dedicado a M. Z en su 20 + 50 + 20, a V.I.A.L. y a M. É (los tres en este día tres) con todo mi cariño, y con un guiño de agradecimiento a N.
SUEÑOS DE ÁNGEL
Desde hace años, bastantes años
se ha extendido una máxima que pretende reflejar una realidad que a mi modo de
ver es exacta, pero también incompleta: “Hay otros mundos, pero están en este”.
Sí, creo que hay otros mundos y siento que algunos de ellos obedecen al
paralelismo de la individualidad del hombre con el resto de la humanidad. Hay
conexiones invisibles de las que no somos conscientes y no nos percatamos.
Hay otros mundos, dentro y fuera de
nuestro ser, de nuestra consciencia. Uno de ellos es el mundo interior. En
ocasiones es personal e intransferible: nuestros deseos, esperanzas, anhelos y fantasías
de hermosa y complicada arquitectónica. Esto es lo que nos hace, en gran
manera, sobrevivir en este mundo, en esta realidad subjetiva que tocamos con
las manos. En nuestro mundo interior forjamos nuestras defensas, nos
encarcelamos o creamos nuestras victorias. Es una tierra en gran parte extraña
y desconocida, incluso para nosotros mismos, en la que todo es posible, en la
que los sabios encuentran las respuestas y los tontos disculpas a la
ignorancia; donde las caprichosas musas susurran a los oídos de los hombres las
cosas que parecían imposibles y en la que la belleza que se escondía en el
fondo del alma solo encuentra vida y expresión a través de la pluma, los
pinceles o el cincel, o simplemente mediante una mirada nueva o palabra
compartida.
Estas divagaciones son ciertas para mí, aunque muchas veces lo olvide. Donde más difícil es separar la realidad de la fantasía es en los niños, ya que hemos olvidado como éramos… Tienen una forma de vivir y ver la vida que hemos descuidado pues ya no nos maravillamos ante las cosas con sus ojos. Este mundo interior, esas dimensiones paralelas son tan reales o más como el exterior, con el cual estamos en contacto con nuestros cinco sentidos físicos. No podemos escapar de ninguno de estos mundos pues cuerpo, psique, espíritu propio y alma que nos permite relacionarnos con el polvo de estrellas son los que nos hacen completos y por siempre intentaran integrarse en uno solo si nos escuchamos en el silencio.
Por ello, cuando alguien me cuenta asomos fuera de lo común
-especialmente niños- intento no hacer juicios sobre si puede ser verdad o
mentira bajo mis criterios o etiquetas si no si para esa persona es una
realidad positiva y feliz que ha vivido en esa trasposición del tiempo y del
espacio en la que con frecuencia nos vemos imbuidos sin darnos cuenta.
Hay mentiras descaradas,
tomaduras de pelo magistrales, pero siempre se puede llegar a intuir,
ciertamente con la probabilidad de equivocarse en algunas ocasiones, cuando es
por malicia, por imaginación desbocada o por influencia de un ego entrometido.
Por lo dicho, cuando mi hija vino
a mí con gran expectación para contarme lo que le había pasado la noche
anterior, yo cerré la caja de la seriedad, compostura y prejuicios; guardé
silenciosamente la llave, disponiéndome a gozar de la exorbitante vitalidad e
inocencia de sus años. Y tal como me lo narró intento expresar lo que tanto me
impresionó hace ya tantas décadas rogando recta intención de discernimiento,
capacidad para transmitir y el uso de palabras sanadoras.
La habitación estaba a oscuras. El plácido sueño se
reflejaba en el rostro de la pequeña Orquídea. Sus cabellos claros, sedosos y
trenzados era uno de los orgullos de su madre. Su nerviosa respiración en
algunos momentos, como la de todos los niños pequeños, resaltaba continuamente
su afán de vida. Orquídea contaba apenas cinco años y ya estaba acostumbrada a
dormir sola, en el piso de arriba de la casita de dos pisos con jardín en el
que de vez en cuando las ardillas se mostraban muy confiadas para bajar a suelo
desde los árboles. En su sueño suspiró; parecía tan frágil y vulnerable entre
sus sabanas. Quizás los querubines se parecieran a ella, si no fuera tan
traviesa…
Comenzó
a gemir y, bruscamente, se despertó sobresaltada. Había tenido un mal sueño, un
sueño malo –como diría ella-… Llamó a sus padres entre lágrimas y sollozos,
pero no alcanzamos a oírla desde el salón del piso de abajo mientras veíamos un
concierto en directo. Buscó con
nerviosismo la luz de su mesilla pero solo consiguió tirar su lamparita de la
sirenita Ariel al suelo, quedando algo maltrecha. Rayos de luna se filtraban
por entre las láminas de madera del estor. Como pudo, lo subió lo suficiente
como para que la oscuridad fuera penumbra. Sus lágrimas se calmaron y su respiración
se fue normalizando. Había descubierto una noche estrellada y era la primera
vez que se daba cuenta de ello de verdad. Una cosa era verla por la televisión
o las láminas de los cuentos, pero aquello… El silencio y aquella momentánea
sensación de inseguridad y pequeñez le hizo sentir de una manera especial. Tras
el mutismo, una sencilla pregunta salió de sus labios:
-¿Estás
por ahí, mi niño dios?... ¿me puedes ver? Yo no te veo -dijo convencida- “A lo
mejor y todo”, tú estás más solito que yo.
Para
terminar de calmarse, con un incipiente reconocimiento y aceptación de una fe
que aun no comprendía, empezó a recitar las oraciones que había aprendido hacía
unas semanas: “Jesusito de mi vida” y “Ángel de la guarda”
Y una
brisa suave, cálida movió el estor de la ventana abierta, acariciando su rostro
anhelante de algo que no entendía. Ella seguía orando a su manera, con los ojos
cerrados y a punto de dormirse de nuevo, sin percibir que tras ella una pequeña
esfera luminosa salida de la nada comenzaba a tomar la forma de un ser angélico.
Tal resplandor a sus espaldas hizo que Orquídea se volviera y con sorpresa
contempló a un ser compuesto de Luz, de belleza incomparable y cariñoso
aspecto. Sus cabellos eran cortos y oscuros, su piel ligeramente aceitunada,
los ojos de un azul rasgado. Unos carnosos labios enmarcaban sus blancos
dientes, sus manos parecían fuertes pero
no exentas de suavidad y sus pies se
encontraban descalzos. No era capaz de describir su ropaje.
-¿Quién eres tú?, ¿Cómo has
entrado?- preguntó la niña con los ojos abiertos como platos, restregándoselos
para asegurarse de que era cierto lo que veía- ¿Qué haces aquí?
El resplandor
invadía de tal forma la estancia que parecía ser de día y todos los rincones
eran bañados por la luz que emanaba y que no dañaba la vista.
-¿Acaso
te infundo miedo?-preguntó él.
-¿Qué s
i me “infun...que”?
-¿Que
si me tienes miedo?
-No lo sé,
creo que no...”¡Oye! ¿Dónde tienes las bombillas para alumbrar tanto? Brillas más
que mi lamparita –dijo recogiendo del suelo a su querida Ariel destrozada.
-Mi luz
es la luz de Dios, la de ese a quien has preguntado si estaba solo. Yo vengo en
nombre de Él para decirte que está en el cielo y en todo lo que ves: en tus
padres, en tu perrito, en ti, en todo lo que ves o que no ves.
-¿Entonces
también está en esa repelente de Clarita, la que es tan plasta conmigo en la
“guarde”?
-Si,
también está en ella -afirmó el sonriendo-.
.
-¡Jo!
¡Qué pena!... si es así no podré meterme más con ella, porque si no es como si
me metiera con Él, ¿No?
-Sí,
así es. Debes de intentar respetar y querer a todos. Solo por hoy no te irrites
o enojes –añadió-.Sería bueno que lo dijeras todas las mañanas al levantarte.
-¡Oye!,
si no son bombillas ¿son velas mágicas?
-Lo que
ves es Luz, es Amor, es Energía. Tú también los tienes, todos lo tienen. Tú
eres Luz, tú eres Amor, eres Energía. Es algo que a la vez está dentro y fuera,
que nos hace ser mejores.
-¿De
verdad que yo tengo esas cosas? -Preguntó Orquídea excitada-, suena bonito,
pero no lo entiendo bien.
-Y lo
entenderás. Solo por hoy no te preocupes -afirmó-; dilo todos los días.
-¿Por
qué hablas sin abrir la boca? ¿Eres uno de esos que hablan con las tripas y
tienen muñecos a los que ponen voces?
-No, no
soy de esos. No hace falta que mueva los labios para que me oigas. Es un poco
pronto para que me entiendas. Ya te lo explicaré. Ahora metete en la cama que
mañana tienes que levantare descansada para ir a la guardería. No se te olvide
pensar todos los días que, solo por hoy has de hacer tus deberes con honestidad
para cuando tengas que ganarte honestamente la vida.
Con una
mirada el ángel levantó las sabanas y arropó a la niña.
-¡Huy!... ¿Cómo haces eso?
¡Enséñame! ¡Anda!
-Lo hago así porque no tengo
cuerpo físico, no tengo un cuerpo como el tuyo. ¿Acaso me puedes tocar?
-No hace falta…te creo, aunque
la verdad es que eres lo más raro que he visto. ¡Y eso que he visto el otro día
un animal muy raro con un cuello muy laaarrrrrgo y otros con la nariz muy
grandeeee!
-Si, soy un poco raro, pero no
tanto como para que me compares con un animal con esa nariz –dijo él
fingiéndose ofendido-. Recuerda todos los días que, solo por hoy has de ser
amable con todos los que te rodean y respetar a todo ser viviente.
-¿Quién eres tú? , no me lo has
dicho…
-No me lo has preguntado
claramente, no dudes en preguntar varias veces.
Has oído hablar de los Ángeles de la guarda, pues en cierto modo me has
llamado.
-Si, son Ángeles que cuidan de
los niños, aunque no sé muy bien lo que es un ángel.
-Pues yo soy Norbiel, tu Ángel
de la guarda enviado en tu nacimiento para protegerte durante toda tu vida.
-¿Tu? ¿Un ángel para
mí?...replicó saltando de excitación en la cama.
-Si, un Ángel para ti, al igual
que tu lo eres para mí. ¡Venga, acuéstate! Y recuerda que todos los días has de
pensar en que has de agradecer todas las cosas de tu vida y ser agradecida con
ella. Duérmete, duerme tranquila, no tengas miedo. Siempre estaré a tu lado,
aun cuando te sientas sola, triste, vacía; aun cuando no creas en mí, en ti, en
nada… o me olvides.
-¡Yo siempre creeré en ti!
-protestó Orquídea-.
-De mayores nos soléis olvidar,
pero es por eso: porque os habéis hecho mayores y no dejáis que el niño que fuisteis
siga viviendo en vosotros. Ahora duerme, no te preocupes…
Una dulce y sosegada música, que
no sabía de dónde venía, fue lo último que escuchó cuando se durmió, soñando
con colores alegres…
Todo
eso me contó tras mucho insistirle cuando vino a mí a la mañana siguiente para
que arreglara su lamparita de la sirenita. Al principio no quería contarme como
se había roto, ni por supuesto lo que había pasado después. En cierto modo creí
entenderlo, pues un tesoro guardado parece más valioso cuando no se lo enseñas
a nadie al no coincidir como tasarlo, cuando en realidad es al compartir su
visión cuando reluce más al compartir los detalles.
Me admiré del enorme potencial
de la mente del ser humano para crear cosas maravillosas, para imaginar viajes,
sueños y héroes. Sin embrago, quedé extrañada al pensar en la precocidad de mi
hija y que con tan solo cinco años se planteara conceptos como luz, amor,
energía, respeto, así como algunas frases que decía bajito y que solían
comenzar por “Solo por hoy…”
Por la noche, acostados todos,
me puse a arreglar las conexiones para que la corriente eléctrica volviera a
pasar por donde debía, con algo de pegamento arregle la base para que estuviera
en solido contacto con la superficie donde se apoyara y adherí tres de las
siete piedrecitas de colores diferentes en forma de estrellas de mar que se
habían despegado. Aún estaba un poco torcida y tuve que enderezarla un poco
para que la luz que salía de la cabeza de la Sirenita Ariel diera bien en el
techo. Aproveche para limpiarla bien por dentro y por fuera; en ocasiones bastaron
algunos roces suaves, pero en otras tuve que esforzarme tanto que pensé que se
iba a romper de nuevo. Cuando me pareció que todo estaba bien –sería la una de
la madrugada- quise darle la sorpresa de dejársela en su mesilla para que, al día
siguiente, fuera lo primero que viera. Pero he aquí que al acercarme a su cuarto
vi una gran luz que salía de debajo de su puerta –cosa extraña, pues la única
fuente de iluminación que estaba a su alcance era la que tenia entre mis manos-.
Quise abrir la puerta y dar cumplimiento a mi curiosidad. Sin embargo me quedé
fuera, como si estuviera a punto de quebrantar un silencio importante.
Los cabellos se me erizaron y mi
mente intentó ser coherente, incluso probé ser imaginativa para dar explicación
a mis delirios. No conseguí infundirme del valor suficiente para entrar pues
sentí miedo y absurdamente creí que podía profanar una especie de santuario.
Intenté dormir, pero no lo
conseguía. Solo pude recordar con nostalgia y cariño a ese Ángel perdido que en
un tiempo creí tener pero que hacía tiempo había olvidado. ¿Por qué se rompió el encanto? ¿Por qué me hice mayor?
Solo tras unos momentos, largos
y cortos a la vez, unas frases me tranquilizaron consiguiendo que durmiera
dulcemente, con la paz e inocencia de un niño. Esas frases fueron, venidas de
un lejano y casi borrado pasado, las siguientes:
-Si, un ángel para ti. ¡Venga,
acuéstate! Duérmete, duérmete tranquila. No tengas miedo, ni frío pues siempre
estaré a tu lado, aunque dudes de mi existencia. Lo importante es que todas las
mañanas recuerdes lo siguiente: Solo por hoy no te preocupes, solo por hoy no
te irrites o enojes, solo por hoy sé amable con todos los que te rodean y
respeta a todo ser viviente, solo por hoy realiza tu trabajo honestamente y
gana honestamente tu vida, solo por hoy agradece todos los dones de tu vida y
sé agradecida con la vida… mi pequeña Margarita.
Y así es como recordé, y volví a
ser niña de Luz, de Amor, de Energía hasta el día de hoy, mis queridos
nietos...
Me va el rollo espiritual (aunque hay movidas muy new age que me dan algo de cosa, casi religiosas) y me encanta la gente que, tras hablar un poco con ella, te das perfecta cuenta de que aunque habrán madurado, no han envejecido. Gente capaz de aprender, sonreír, admirarse... El mundo es cada día uno y el mundo es cada día el mismo. ¿Cómo puede alguien no creer en la magia? Y seguro que sabes de qué magia te hablo...
ResponderEliminar¡Un abrazo! ^_^
Durante mi vida he tenido inquietudes, no puedo negarlo. No me agradan los radicalismos, las presiones o represiones. Busco... y me agrada ir encontrando sentidos nuevos a la vida y a la forma de vivirla. No suele ser sencillo tras estar "programados" social,familiar y religiosamente para pensar y vivir de unas maneras determinadas.
EliminarEstamos tan centrados y preocupados en el ayer y en mañana que se nos olvida el hoy. Te aseguro que pongo todo lo que puedo para vivir el presente y sentirlo,que no sean simplemente unas palabras bonitas racionalizadas aunque no es sencillo. La magia es ,entre otras cosas, ser consciente de que cada día que vivimos es un regalo, una oportunidad de aprender cosas nuevas acerca de nosotros y de los demás por muy nublado que esté nuestro interior. Lo importante es que estemos en paz aunque fuera esté tronando.
¡Un fuerte abrazo!
Me parece un bello texto,escrito con mucho sentimiento y con un precioso mensaje,dejar a un lado las manipulaciones propias,despojarte de las corazas y volver a ser el niño que todos llevamos dentro,volver a nuestra esencia,viajar hacia nuestro interior,el camino del autoconocimiento es el único camino posible para ser felices y autorealizarnos,muy bello,Gracias amigo !! Miloud Éveil
ResponderEliminarHola¡
EliminarMe alegro de que te halla gustado y que te anime a seguir en el camino que pretendes. Ya sabemos que no siempre es sencillo vivir el presente con las mejores disposiciones pues muchas veces parece que las circunstancias nos sobrepasan. ¿Que te puedo decir que ya no sepas? Tal vez recordarte que todos nosotros hemos de plantearnos :"Solo por hoy..."
Muy distinto este cuento de lo que sueles escribir, pero imagino que su origen está en la gente a la que se los has dedicado.
ResponderEliminarMe ha gustado , así como las referencias a algunos principios del reiki.
Me gusta experimentar y no ceñirme siempre a lo que ya conozco o sobre lo que ya he escrito anteriormente.
EliminarComo sabes, en muchos de mis relatos y reflexiones hay ciertos guiños y mensajes subliminales para distinto tipo de publico.