domingo, 3 de marzo de 2013

SUEÑOS DE ÁNGEL


SUENOS DE ÁNGEL



Especialmente escrito y dedicado a M. Z en su 20 + 50 + 20, a V.I.A.L. y a M. É (los tres en este día tres) con todo mi cariño, y con un guiño de agradecimiento a N.  



SUEÑOS DE ÁNGEL


Desde hace años, bastantes años se ha extendido una máxima que pretende reflejar una realidad que a mi modo de ver es exacta, pero también incompleta: “Hay otros mundos, pero están en este”. Sí, creo que hay otros mundos y siento que algunos de ellos obedecen al paralelismo de la individualidad del hombre con el resto de la humanidad. Hay conexiones invisibles de las que no somos conscientes y no nos percatamos. Hay  otros mundos, dentro y fuera de nuestro ser, de nuestra consciencia. Uno de ellos es el mundo interior. En ocasiones es personal e intransferible: nuestros deseos, esperanzas, anhelos y fantasías de hermosa y complicada arquitectónica. Esto es lo que nos hace, en gran manera, sobrevivir en este mundo, en esta realidad subjetiva que tocamos con las manos. En nuestro mundo interior forjamos nuestras defensas, nos encarcelamos o creamos nuestras victorias. Es una tierra en gran parte extraña y desconocida, incluso para nosotros mismos, en la que todo es posible, en la que los sabios encuentran las respuestas y los tontos disculpas a la ignorancia; donde las caprichosas musas susurran a los oídos de los hombres las cosas que parecían imposibles y en la que la belleza que se escondía en el fondo del alma solo encuentra vida y expresión a través de la pluma, los pinceles o el cincel, o simplemente mediante una mirada nueva o palabra compartida.

Estas divagaciones son ciertas para mí, aunque muchas veces lo olvide. Donde más difícil es   separar la realidad de la fantasía es en los niños, ya que hemos olvidado como éramos… Tienen una forma de vivir y ver la vida que hemos descuidado pues ya no nos maravillamos ante las cosas con sus ojos. Este mundo interior, esas dimensiones paralelas son tan reales o más como el exterior, con el cual estamos en contacto con nuestros cinco sentidos físicos. No podemos escapar de ninguno de estos mundos pues cuerpo, psique, espíritu propio y alma  que nos permite relacionarnos con el polvo de estrellas son los que nos hacen completos y por siempre intentaran integrarse en uno solo si nos escuchamos en el silencio.

Por ello, cuando alguien me cuenta asomos fuera de lo común -especialmente niños- intento no hacer juicios sobre si puede ser verdad o mentira bajo mis criterios o etiquetas si no si para esa persona es una realidad positiva y feliz que ha vivido en esa trasposición del tiempo y del espacio en la que con frecuencia nos vemos imbuidos sin darnos cuenta.

Hay mentiras descaradas, tomaduras de pelo magistrales, pero siempre se puede llegar a intuir, ciertamente con la probabilidad de equivocarse en algunas ocasiones, cuando es por malicia, por imaginación desbocada o por influencia de un ego entrometido.

Por lo dicho, cuando mi hija vino a mí con gran expectación para contarme lo que le había pasado la noche anterior, yo cerré la caja de la seriedad, compostura y prejuicios; guardé silenciosamente la llave, disponiéndome a gozar de la exorbitante vitalidad e inocencia de sus años. Y tal como me lo narró intento expresar lo que tanto me impresionó hace ya tantas décadas rogando recta intención de discernimiento, capacidad para transmitir y el uso de palabras sanadoras.

La habitación estaba a oscuras. El plácido sueño se reflejaba en el rostro de la pequeña Orquídea. Sus cabellos claros, sedosos y trenzados era uno de los orgullos de su madre. Su nerviosa respiración en algunos momentos, como la de todos los niños pequeños, resaltaba continuamente su afán de vida. Orquídea contaba apenas cinco años y ya estaba acostumbrada a dormir sola, en el piso de arriba de la casita de dos pisos con jardín en el que de vez en cuando las ardillas se mostraban muy confiadas para bajar a suelo desde los árboles. En su sueño suspiró; parecía tan frágil y vulnerable entre sus sabanas. Quizás los querubines se parecieran a ella, si no fuera tan traviesa…

Comenzó a gemir y, bruscamente, se despertó sobresaltada. Había tenido un mal sueño, un sueño malo –como diría ella-… Llamó a sus padres entre lágrimas y sollozos, pero no alcanzamos a oírla desde el salón del piso de abajo mientras veíamos un concierto en directo. Buscó  con nerviosismo la luz de su mesilla pero solo consiguió tirar su lamparita de la sirenita Ariel al suelo, quedando algo maltrecha. Rayos de luna se filtraban por entre las láminas de madera del estor. Como pudo, lo subió lo suficiente como para que la oscuridad fuera penumbra. Sus lágrimas se calmaron y su respiración se fue normalizando. Había descubierto una noche estrellada y era la primera vez que se daba cuenta de ello de verdad. Una cosa era verla por la televisión o las láminas de los cuentos, pero aquello… El silencio y aquella momentánea sensación de inseguridad y pequeñez le hizo sentir de una manera especial. Tras el mutismo, una sencilla pregunta salió de sus labios:

-¿Estás por ahí, mi niño dios?... ¿me puedes ver? Yo no te veo -dijo convencida- “A lo mejor y todo”, tú estás más solito que yo.

Para terminar de calmarse, con un incipiente reconocimiento y aceptación de una fe que aun no comprendía, empezó a recitar las oraciones que había aprendido hacía unas semanas: “Jesusito de mi vida” y “Ángel de la guarda”

Y una brisa suave, cálida movió el estor de la ventana abierta, acariciando su rostro anhelante de algo que no entendía. Ella seguía orando a su manera, con los ojos cerrados y a punto de dormirse de nuevo, sin percibir que tras ella una pequeña esfera luminosa salida de la nada comenzaba a tomar la forma de un ser angélico. Tal resplandor a sus espaldas hizo que Orquídea se volviera y con sorpresa contempló a un ser compuesto de Luz, de belleza incomparable y cariñoso aspecto. Sus cabellos eran cortos y oscuros, su piel ligeramente aceitunada, los ojos de un azul rasgado. Unos carnosos labios enmarcaban sus blancos dientes, sus manos parecían fuertes  pero no exentas de suavidad  y sus pies se encontraban descalzos. No era capaz de describir su ropaje.

-¿Quién eres tú?, ¿Cómo has entrado?- preguntó la niña con los ojos abiertos como platos, restregándoselos para asegurarse de que era cierto lo que veía- ¿Qué haces aquí?

El resplandor invadía de tal forma la estancia que parecía ser de día y todos los rincones eran bañados por la luz que emanaba y que no dañaba la vista.

-¿Acaso te infundo miedo?-preguntó él.

-¿Qué s i me “infun...que”?

-¿Que si me tienes miedo?

-No lo sé, creo que no...”¡Oye! ¿Dónde tienes las bombillas para alumbrar tanto? Brillas más que mi lamparita –dijo recogiendo del suelo a su querida Ariel destrozada.

-Mi luz es la luz de Dios, la de ese a quien has preguntado si estaba solo. Yo vengo en nombre de Él para decirte que está en el cielo y en todo lo que ves: en tus padres, en tu perrito, en ti, en todo lo que ves o que no ves.

-¿Entonces también está en esa repelente de Clarita, la que es tan plasta conmigo en la “guarde”?

-Si, también está en ella -afirmó el sonriendo-.
.
-¡Jo! ¡Qué pena!... si es así no podré meterme más con ella, porque si no es como si me metiera con Él, ¿No?

-Sí, así es. Debes de intentar respetar y querer a todos. Solo por hoy no te irrites o enojes –añadió-.Sería bueno que lo dijeras todas las mañanas al levantarte.

-¡Oye!, si no son bombillas ¿son velas mágicas?

-Lo que ves es Luz, es Amor, es Energía. Tú también los tienes, todos lo tienen. Tú eres Luz, tú eres Amor, eres Energía. Es algo que a la vez está dentro y fuera, que nos hace ser mejores.

-¿De verdad que yo tengo esas cosas? -Preguntó Orquídea excitada-, suena bonito, pero no lo entiendo bien.

-Y lo entenderás. Solo por hoy no te preocupes -afirmó-; dilo todos los días.

-¿Por qué hablas sin abrir la boca? ¿Eres uno de esos que hablan con las tripas y tienen muñecos a los que ponen voces?

-No, no soy de esos. No hace falta que mueva los labios para que me oigas. Es un poco pronto para que me entiendas. Ya te lo explicaré. Ahora metete en la cama que mañana tienes que levantare descansada para ir a la guardería. No se te olvide pensar todos los días que, solo por hoy has de hacer tus deberes con honestidad para cuando tengas que ganarte honestamente la vida.

Con una mirada el ángel levantó las sabanas y arropó a la niña.

-¡Huy!... ¿Cómo haces eso? ¡Enséñame! ¡Anda!
            
-Lo hago así porque no tengo cuerpo físico, no tengo un cuerpo como el tuyo. ¿Acaso me puedes tocar?

-No hace falta…te creo, aunque la verdad es que eres lo más raro que he visto. ¡Y eso que he visto el otro día un animal muy raro con un cuello muy laaarrrrrgo y otros con la nariz muy grandeeee!

-Si, soy un poco raro, pero no tanto como para que me compares con un animal con esa nariz –dijo él fingiéndose ofendido-. Recuerda todos los días que, solo por hoy has de ser amable con todos los que te rodean y respetar a todo ser viviente.

-¿Quién eres tú? , no me lo has dicho…

-No me lo has preguntado claramente, no dudes en preguntar varias veces.  Has oído hablar de los Ángeles de la guarda, pues en cierto modo me has llamado.

-Si, son Ángeles que cuidan de los niños, aunque no sé muy bien lo que es un ángel.

-Pues yo soy Norbiel, tu Ángel de la guarda enviado en tu nacimiento para protegerte durante toda tu vida.

-¿Tu? ¿Un ángel para mí?...replicó saltando de excitación en la cama.

-Si, un Ángel para ti, al igual que tu lo eres para mí. ¡Venga, acuéstate! Y recuerda que todos los días has de pensar en que has de agradecer todas las cosas de tu vida y ser agradecida con ella. Duérmete, duerme tranquila, no tengas miedo. Siempre estaré a tu lado, aun cuando te sientas sola, triste, vacía; aun cuando no creas en mí, en ti, en nada… o me olvides.

-¡Yo siempre creeré en ti! -protestó Orquídea-.

-De mayores nos soléis olvidar, pero es por eso: porque os habéis hecho mayores y no dejáis que el niño que fuisteis siga viviendo en vosotros. Ahora duerme, no te preocupes…

Una dulce y sosegada música, que no sabía de dónde venía, fue lo último que escuchó cuando se durmió, soñando con colores alegres…

Todo eso me contó tras mucho insistirle cuando vino a mí a la mañana siguiente para que arreglara su lamparita de la sirenita. Al principio no quería contarme como se había roto, ni por supuesto lo que había pasado después. En cierto modo creí entenderlo, pues un tesoro guardado parece más valioso cuando no se lo enseñas a nadie al no coincidir como tasarlo, cuando en realidad es al compartir su visión cuando reluce más al compartir los detalles.

Me admiré del enorme potencial de la mente del ser humano para crear cosas maravillosas, para imaginar viajes, sueños y héroes. Sin embrago, quedé extrañada al pensar en la precocidad de mi hija y que con tan solo cinco años se planteara conceptos como luz, amor, energía, respeto, así como algunas frases que decía bajito y que solían comenzar por “Solo por hoy…”

Por la noche, acostados todos, me puse a arreglar las conexiones para que la corriente eléctrica volviera a pasar por donde debía, con algo de pegamento arregle la base para que estuviera en solido contacto con la superficie donde se apoyara y adherí tres de las siete piedrecitas de colores diferentes en forma de estrellas de mar que se habían despegado. Aún estaba un poco torcida y tuve que enderezarla un poco para que la luz que salía de la cabeza de la Sirenita Ariel diera bien en el techo. Aproveche para limpiarla bien por dentro y por fuera; en ocasiones bastaron algunos roces suaves, pero en otras tuve que esforzarme tanto que pensé que se iba a romper de nuevo. Cuando me pareció que todo estaba bien –sería la una de la madrugada- quise darle la sorpresa de dejársela en su mesilla para que, al día siguiente, fuera lo primero que viera. Pero he aquí que al acercarme a su cuarto vi una gran luz que salía de debajo de su puerta –cosa extraña, pues la única fuente de iluminación que estaba a su alcance era la que tenia entre mis manos-. Quise abrir la puerta y dar cumplimiento a mi curiosidad. Sin embargo me quedé fuera, como si estuviera a punto de quebrantar un silencio importante.

Los cabellos se me erizaron y mi mente intentó ser coherente, incluso probé ser imaginativa para dar explicación a mis delirios. No conseguí infundirme del valor suficiente para entrar pues sentí miedo y absurdamente creí  que podía profanar una especie de santuario.

Intenté dormir, pero no lo conseguía. Solo pude recordar con nostalgia y cariño a ese Ángel perdido que en un tiempo creí tener pero que hacía tiempo había olvidado. ¿Por qué se rompió el encanto? ¿Por qué me hice mayor?

Solo tras unos momentos, largos y cortos a la vez, unas frases me tranquilizaron consiguiendo que durmiera dulcemente, con la paz e inocencia de un niño. Esas frases fueron, venidas de un lejano y casi borrado pasado, las siguientes:

-Si, un ángel para ti. ¡Venga, acuéstate! Duérmete, duérmete tranquila. No tengas miedo, ni frío pues siempre estaré a tu lado, aunque dudes de mi existencia. Lo importante es que todas las mañanas recuerdes lo siguiente: Solo por hoy no te preocupes, solo por hoy no te irrites o enojes, solo por hoy sé amable con todos los que te rodean y respeta a todo ser viviente, solo por hoy realiza tu trabajo honestamente y gana honestamente tu vida, solo por hoy agradece todos los dones de tu vida y sé agradecida con la vida… mi pequeña Margarita.

Y así es como recordé, y volví a ser niña de Luz, de Amor, de Energía hasta el día de hoy, mis queridos nietos...




6 comentarios:

  1. Me va el rollo espiritual (aunque hay movidas muy new age que me dan algo de cosa, casi religiosas) y me encanta la gente que, tras hablar un poco con ella, te das perfecta cuenta de que aunque habrán madurado, no han envejecido. Gente capaz de aprender, sonreír, admirarse... El mundo es cada día uno y el mundo es cada día el mismo. ¿Cómo puede alguien no creer en la magia? Y seguro que sabes de qué magia te hablo...
    ¡Un abrazo! ^_^

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    1. Durante mi vida he tenido inquietudes, no puedo negarlo. No me agradan los radicalismos, las presiones o represiones. Busco... y me agrada ir encontrando sentidos nuevos a la vida y a la forma de vivirla. No suele ser sencillo tras estar "programados" social,familiar y religiosamente para pensar y vivir de unas maneras determinadas.
      Estamos tan centrados y preocupados en el ayer y en mañana que se nos olvida el hoy. Te aseguro que pongo todo lo que puedo para vivir el presente y sentirlo,que no sean simplemente unas palabras bonitas racionalizadas aunque no es sencillo. La magia es ,entre otras cosas, ser consciente de que cada día que vivimos es un regalo, una oportunidad de aprender cosas nuevas acerca de nosotros y de los demás por muy nublado que esté nuestro interior. Lo importante es que estemos en paz aunque fuera esté tronando.
      ¡Un fuerte abrazo!

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  2. Me parece un bello texto,escrito con mucho sentimiento y con un precioso mensaje,dejar a un lado las manipulaciones propias,despojarte de las corazas y volver a ser el niño que todos llevamos dentro,volver a nuestra esencia,viajar hacia nuestro interior,el camino del autoconocimiento es el único camino posible para ser felices y autorealizarnos,muy bello,Gracias amigo !! Miloud Éveil

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    1. Hola¡
      Me alegro de que te halla gustado y que te anime a seguir en el camino que pretendes. Ya sabemos que no siempre es sencillo vivir el presente con las mejores disposiciones pues muchas veces parece que las circunstancias nos sobrepasan. ¿Que te puedo decir que ya no sepas? Tal vez recordarte que todos nosotros hemos de plantearnos :"Solo por hoy..."

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  3. Muy distinto este cuento de lo que sueles escribir, pero imagino que su origen está en la gente a la que se los has dedicado.
    Me ha gustado , así como las referencias a algunos principios del reiki.

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    1. Me gusta experimentar y no ceñirme siempre a lo que ya conozco o sobre lo que ya he escrito anteriormente.
      Como sabes, en muchos de mis relatos y reflexiones hay ciertos guiños y mensajes subliminales para distinto tipo de publico.

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