Reflexiones: Ruptura |
Reflexiones: Ruptura
Quienes han experimentado un rompimiento amoroso probablemente pueden identificarse con muchas de las partes que se mencionan. Es importante señalar que nos referimos específicamente a algo que podemos llamar parálisis psicológica, desorientación y vacío que se experimenta tras la ruptura o separación de los amantes. No en todos los casos se experimenta la misma situación, porque la conducta humana varía mucho de una persona a otra.
Generalmente en una primera crisis se logra soportar esta situación aún siendo muy grave, la persona afectada no sabe cómo enfrentarlo. El dolor sentimental que produce esta relacionado con la intensidad del compromiso existente en la relación amorosa.
La ruptura y dolor se relaciona con lo que llamaremos cambio afectivo y este se determina por la cantidad de tiempo que uno ha pasado con la otra persona y por la profundidad del compromiso. Por ejemplo, hay parejas que han concluido o que se han visto hace poco tiempo y en estos casos el periodo para el cambio afectivo generalmente es corto.
Cuando la pareja continúa estando junta en períodos de estabilidad, alternados con crisis sentimental, el tiempo sigue y la relación sentimental pasa por un periodo de mayor profundidad en las emociones y sentimientos. Es importante que en los periodos de rompimiento, la persona siga desarrollando sus actividades y funcionamiento normal mientras que las heridas del ego se curan. Sabemos que no siempre es así: cuando el dolor es profundo la persona pasa por períodos largos de sentimientos confusos y vaivenes emocionales.
Consideramos que rompimiento, o los efectos del rompimiento, se vuelven mas problemáticos cuando se intenta reprimirlos o inhibirlos a través de la negación o a través de los excesos, como son las drogas, el alcohol y el sexo. El fracaso en reconocer y expresar el sufrimiento emocional puede perjudicar la salud psicológica y emocional de las personas, ya que serán afectadas sus posibilidades reales de formar nuevas relaciones amorosas en el futuro. Se puede temer que en la siguiente relación se repita la misma historia de acontecimientos, o peor aún, se duda de que uno mismo sea capaz de amar. Eso suele propiciar que "atraigamos" lo que pensamos con nuestra actitud.
Hacer frente a la experiencia del dolor y comprender en lo que uno fallo puede convertir el dolor en una experiencia de crecimiento y dejar una huella de ideas y emociones de cómo afrontar nuevas relaciones amorosas. La secuencia de un rompimiento emocional mal resuelto puede afectar a algo más que la salud emocional. Cuando la vida se llena de sufrimiento por la pérdida y no se pueden afrontar los sentimientos que acompañan a este sufrimiento, el cuerpo recibe la señal de que no se quiere recuperar.
Las penas no resueltas, la represión y la desesperación debilitan el sistema inmunológico, acarreando padecimientos en el organismo y dejando espacio a las enfermedades. Así que el dolor de la separación, aunque difícil, es necesario vivirlo; se debe recuperar, al igual que otras heridas, la capacidad de sanación de las emociones.
Después de sufrir una pérdida amorosa o sentimental el querer vivir desconectado de las emociones puede ser el peor error; experimentarlo significa estar en contacto con una realidad dolorosa que debe superarse.
Tampoco se trata de quedarse instalado en el dolor eterno y sufrimiento por la pérdida. Existen una amplia cantidad de síntomas que se experimentan por el dolor sentimental. Se puede abusar de la comida o del alcohol, así como de las pastillas para distintos dolores, para dormir, tranquilizantes, antidepresivos; pareciera que se está buscando una medicina para liberar el dolor. Lo lamentable es que no existen. Para cerrar las heridas del amor se debe pasar por un proceso, en otras palabras es el trabajo que debemos hacer para restablecer nuestra capacidad de amar. Debemos de empezar por nosotros mismos.
Se pueden producir un número importante de trastornos como son perder el apetito, dejar de dormir o de descansar, la pérdida de peso; se sube de peso, se pierde el cabello, se quiebran las uñas, se padece gastritis, se producen diarreas. Lo más difícil son los lapsos en que se pierde la memoria o en los que nos damos cuenta de que sólo usamos nuestra capacidad racional para recordar el dolor y a la persona relacionada con el mismo.
Tal vez se llegue a sentir como si tuviera poca o ninguna energía. La mayor parte de las personas tratan de sumergirse en la rutina diaria. Somos incapaces de recordar o ver lo bueno que tiene la vida o la gente que lo rodea.
Los pensamientos quedan limitados a la persona que hemos perdido y al dolor que esto nos produce. Muchas personas se aíslan, se recluyen y dejan de tener contacto por el temor a ser lastimados, o a no poder volver a encontrar alguien que valore lo que sentimos. Cuando se entra en el dolor emocional, es posible que nuestra vida parezca sin control.
Todo lo que nos rodea se encuentra lleno de un profundo vacío que se siente en el interior de nuestro ser. Existen una serie de etapas que se cubren en el proceso de la pérdida:
1. La pena y el dolor.
2. Sentirse culpable.
3. Enojarse.
4. Adaptarse a una nueva situación emocional.
5. Resolver el conflicto.
6. Encontrar el nuevo amor.
Es importante que sepamos que el dolor no siempre permanecerá en nuestra vida, es algo que se transformara al pasar el tiempo. En el momento de la pérdida los amigos, la familia, el trabajo, son los mejores aliados. Es importante que si el dolor supera tus fuerzas busques la ayuda de un especialista.
El dolor es una etapa que se puede superar comenzando por quererse a uno mismo.
El dolor es una etapa que se puede superar comenzando por quererse a uno mismo.
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