lunes, 25 de agosto de 2014

DE VISITA. POR DAVID M. VILLA MARTÍNEZ



DE VISITA

Los primeros amigos, las primeras experiencias, los primeros amores que nacen dejan surcos durante toda la  vida


DE VISITA


¡Ah! ¿Os llega a extrañar que aún venga a veros? Ya sé que hay mucha gente que está mejor que vosotros; yo sólo diría que generalmente me ofrecen una silla para sentarme, y no esta piedra tan fría y dura que se clava en las nalgas.

Estaréis de acuerdo conmigo en que como siempre, sigo teniendo relación con gran cantidad de gente, y si así lo deseara, no faltaría un hogar en el que pasar la tarde, calentito compartiendo sábanas con algún chico musculoso o alguna sensual mujer. También podría dar tranquilos paseos, entre setos y árboles antes de acercar mis labios al objeto de mi deseo. Un inciso, no os podéis imaginar qué mal día hace hoy; nubes oscuras, viento y frío con posibilidad de nieve.

     Pero, ¿por qué voy a decir lo contrario o negarlo? Soy incapaz de evitar recordaros de una manera muy especial, mis amigos de la infancia. ¿O era de la adolescencia? Ya son tantas las cosas que el olvido me arrebata, que cuando hablo o pienso, me siento más inseguro de lo que desearía. Todo parece que se escabulle y oculta…A pesar de ello, entre vosotros, me siento en la plenitud de la vida, en mis mejores momentos, como si de nuevo todos tuviéramos treinta años.

¿Qué os estaba contando? ¡Ah, sí! Fuisteis mis primeros amigos y lo primero no se suele olvidar nunca: la primera pandilla, la primera excursión, el primer viaje, la primera vez que contemplas el mar, el primer beso, el primer amor ¡El primer amor! ¡Cómo si pudieran existir más! Porque el primer amor se busca en el segundo para mejorar el primero, y en el tercero, para mejorar el segundo, que mejora el primero…Siempre el primer amor, la primera vez que yaces con alguien descubriendo un universo nuevo. En mi caso varios universos al ser bisexual.

¡Queridos míos! Pienso que nosotros fuimos el ejemplo más claro y contundente de cómo el pasado puede unir.  ¿Qué teníamos en común para estar juntos, aunque solo fuera de vez en cuando? No, no hace falta que cada uno busque un motivo en su interior, ya respondo yo: más bien poco. Con el tiempo comprendimos, no sin ciertos esfuerzos en un inicio, que nuestra diversidad sexual nos enriquecía y unía en lugar de separarnos.  Era una época en la que el concepto de LGTB+H no estaba de moda; ni siquiera se había inventado. Sin ponerle siglas conseguimos aceptar nuestra diversidad.

    Sin embargo teníamos tantas cosas para recordar; eso que ahora mis nietos, si los hubiera tenido, denominarían con acierto “las batallitas del abuelo”. Rememorábamos nuestros viajes, los amigos y amores perdidos, las fiestas, aquellas Cabalgatas de Navidad… ¡Tantas y tantas cosas! Éramos los mejores magos transformando lo rancio en actual, lo maduro en infantil, lo perecedero en inmortal. ¡De joven siempre se siente uno inmortal!

Bajo el manto de los recuerdos, nuestras preocupaciones y diferencias se camuflaban y se diluían en sencillos comentarios que a la vez nos entretenían. ¿Eh? Estaba seguro de que tendríamos que hablar de eso también. Sí, soy consciente de que era poco constante, me olvidaba de vosotros y teníais que estar pendientes de mí. Cada uno tiene su forma de ser y yo me encontraba en la plenitud de niveles de testosterona...

Pero daros cuenta de la ironía de la vida; planteado desde el punto de vista de cipreses y cruces, he sido yo el que ha dado las mejores pruebas de perseverancia, el que se mantiene con vosotros hasta el final… ¿Qué digo?... ¡Hasta más allá del final.! Al fin y al cabo, de una manera o de otra yací en algún momento con unos y con otras; incluso robé algún beso imprudente a quien no debía dejando en mi una marca indeleble o un bofetón.

¡Vaya! Ya me están llamando. Lo van a cerrar. El tiempo pasa volando recordando los viejos tiempos.

Sí, procuraré venir antes la próxima ocasión. De acuerdo. No sé, no sé cuándo será. ¡es posible que la visita próxima sea   definitiva! Mis ochenta y siete años pasan factura.

Bueno, sea como fuere, hasta entonces:

¡Ya voy, ya voy! Si no estuvieran tan juntas estas lápidas se caminaría mejor. No piensan que estorban para caminar torpemente con las muletas. A veces creo que buscan inquilinos de manera indirecta.

Preguntaré al joven y guapo guardés si me puede acercar al pueblo en su coche. Este cementerio queda tan lejos...