lunes, 3 de marzo de 2014

LOS CACTUS.POR DAVID M.VILLA MARTÍNEZ.




Algunos cactus son comestibles debidamente preparados,otros no. Sea como sea, todo tiene su función y utilidad.

LOS CACTUS

Los cactus son animales de cuerpo generalmente hinchado que temen ser abrazados. Han perdido sus hojas por lo que se esconden bajo una manta de espinas, que a veces son gruesas, ostentosas; en otras ocasiones finas. Muchos de ellos, a no ser que hayan sido capturados y vivan en cautividad en jardines o macetas, suelen refugiarse en los desiertos, en ocasiones en grupos y en otras aislados, desplazándose únicamente de noche, cuando nadie los ve. Los cardos tienen un comportamiento similar, si bien prefieren los márgenes de las carreteras para al menos poder contemplar, si es que les interesa, el paso de los vehículos cuyo destino ignoran.

Alguna vez conocieron el calor de los abrazos, el desenredo de un peine y el brote incondicional del agua potable. Decidieron abandonar todo ello con tal de salir en busca de la soledad. Así el calor del abrazo ha sido sustituido por el del ardoroso sol, el peine ha quedado olvidado y han desdeñado beber durante meses, especialmente en invierno.

En ocasiones los cactus se alimentan del silencio de la luna, aman la noche sin interferencias. Caminan más allá de los caminos, hasta que cesan los murmullos de la humanidad, de casi cualquier ser vivo. Tal es su austeridad que sus bellísimas flores apenas duran un par de días tardando en ocasiones lustros en repetir el proceso. La flojedad de estas flores fantásticas hace que solo se abran al anochecer, ya que son demasiado frágiles para soportar los rayos del sol que el cactus ha elegido para sí. ¡Qué belleza tan efímera para tanto esfuerzo!

Se adentran tanto en lo desconocido que llegan a territorios prohibidos y mágicos, del tipo que eligen las galaxias para desnudarse completamente, como mujeres pudorosas en oasis desolados. Todo para transformarse en observatorios astronómicos carentes de espejos y tiempo donde se confiesan las rocas de civilizaciones pasadas o venideras. Atentamente, sin ninguna prisa, contemplan cada destello luminoso, cada hebra que formó parte de la gran historia del cosmos. A eso dedican sus vidas, como ermitaños con valores que incluyen el ascetismo, la penitencia, el alejamiento del mundo urbano y la ruptura con las preferencias de éste. Buscan el silencio…

Por ello algunos cactus son depredados como momias alcohólicas, emborrachadas de conocimiento oculto. Los chamanes beben del alucinógeno néctar que se almacena en el interior de sus estómagos asociales. Un elixir que lentamente, sin saberlo, noche tras noche, es fermentado por la luna para compartir su conocimiento con otros.


1 comentario:

  1. Tiene pinceladas chamanicas y me ha recordado a Castaneda y su viaje interior.

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