viernes, 21 de junio de 2013

Reflexiones :El perdón.



REFLEXIONES: EL PERDÓN


Según Wikipedia:El perdón es la acción por la que una persona, el perdonante, que estima haber sufrido una ofensa, decide, bien a petición del ofensor o espontáneamente, no sentir resentimiento hacia el ofensor o hacer cesar su ira o indignación contra el mismo, renunciando eventualmente a vengarse, o reclamar un justo castigo o restitución, optando por no tener en cuenta la ofensa en el futuro, de modo que las relaciones entre ofensor perdonado y ofendido perdonante no queden afectadas o queden menos afectadas. El perdonante no "hace justicia" con su concesión del perdón, sino que renuncia a la justicia al renunciar a la venganza, o al justo castigo o compensación, en aras de intereses superiores. El perdón no debe confundirse con el olvido de la ofensa recibida. Quien la olvida no perdona, pues no adopta una decisión de perdonar. Tampoco perdona quien no se siente ofendido por lo que otras personas considerarían una ofensa.Tampoco perdona quien deja de sentirse ofendido tras las explicaciones del presunto ofensor que hacen ver la inexistencia originaria de ofensa alguna. El perdón es obviamente un beneficio para el perdonado, pero también sirve al perdonante (que también está interesado en ver recompuestas total o parcialmente sus relaciones con el ofensor y en ocasiones cumple al perdonar una obligación moral o religiosa) y a la sociedad, pues contribuye a la paz y cohesión sociales y evita espirales de venganzas, motivo por el que religiones y diversas corrientes filosóficas lo recomiendan.
También se habla en un sentido impropio de perdonar un castigo, una deuda u otro tipo de obligación, en el sentido de renunciar a exigirla.

REFLEXIONES: EL PERDÓN

Al crecer, el perdón siempre fue un problema latente para mí. Fue una de esas cosas que yo sabía que tenía que hacer pero ¡siempre parecía tan difícil!. La teoría es muy simple: desde un punto de vista cristiano Dios me perdona al devolver el favor a los demás. Es como una de esas cadenas de mensajes de correo electrónico que utilizan para recibir bendiciones: 
"Has sido elegido para una dosis extra de felicidad y alegría hoy, así que una vez que recibas este e-mail tienes un plazo de una semana para reenviarlo a otras personas para asegurar que recibes tu dosis extra de la felicidad "

Recibo el perdón, lo paso a todas las demás personas a las que el destino ha enviado a mi vida hasta hoy en día, sólo con el propósito de enseñarme perdón y ellos, a su vez, se supone que perdonaran a otras personas y así sucesivamente.

La teoría tiene la misma sencillez que la venta piramidal. Los aspectos prácticos fueron siempre más complejos. Yo era el chico escuálido para quien matones tenían una atracción fatal y por mucho que traté de seguir el ejemplo de Cristo, que perdonó a sus enemigos en la cruz, los matones no parecían apreciar mi ejemplo "cristiano", y lo viví como otra oportunidad de actualizar las cualificaciones de sus técnicas de intimidación y agresión.

Así que crecí, deseando desesperadamente perdonar a la gente pero al mismo tiempo mi lista de desaires contra mí creció más y mi enojo hacia ellos aumentó más oscuro. Todos tenemos esas listas más o menos elaboradas. La pareja que hace algo intencionalmente para molestarnos cuando le hemos dicho lo mucho que nos irrita, los "ex" que nos engañaron de una manera u otra, la familia que no nos escuchaba lo suficiente cuando estábamos tratando de tener una ducha en paz o que estaban allí hablando y hablando y hablando como si no existiéramos. Luego estaba el amigo que no nos invitó a la película que fueron a ver. Invitaron a otro amigo que realmente "no es tan cultivado como nosotros". Así que la lista de ofensas reales o percibidas en contra de nosotros crece en nuestra mente.

El perdón no es principalmente algo acerca de Dios o las religiones, ni se trata de perdonar a los demás; el perdón es ante todo para sí mismo. 

¿Cómo podemos aprender a perdonarnos a nosotros mismos? Es aprender a actuar con bondad amorosa hacia nuestra persona. La mayoría de las tradiciones religiosas o filosóficas hablan de bondad. En el judaísmo es "jesed" en el cristianismo, "misericordia", en el budismo es " meta ". Es aprender a ser compasivos con nosotros mismos y un amigo de nosotros mismos. En algunas comunidades jurídicas anglosajonas existe lo que se conoce como un "amigo de McKenzie". Se trata en general de una persona individual -no legal- que asistirá a otro litigante no representado ante el tribunal.

Bondad es ser tu propio amigo McKenzie: "En un principio, puede ser difícil ofrecer amor a uno mismo; para muchos puede desencadenar sentimientos de vergüenza e indignidad..."

Es debido a estos sentimientos de vergüenza e indignidad que tenemos debemos ser nuestro propio amigo de McKenzie. Estos sentimientos a menudo significan que nos juzgamos con demasiada dureza. En nuestro temor de ser imperfectos nos exigimos la perfección y luego a su vez de otros. Exigimos el amante perfecto, la pareja perfecta, la familia perfecta, el cuerpo perfecto, el trabajo perfecto, el coche perfecto y la casa perfecta. En nuestros intentos de perfección escondemos la vergüenza y el miedo que provoca nuestra imperfección, nuestra inseguridad, nuestro ego malherido. 

Me sorprendo cuando veo a algunas personas con sus mascotas imperfectas. Sus cachorros pueden masticar a través de los zapatos de diseño, orinar en sus exclusivas alfombras y todavía son amados. Los gatos pueden afilar sus garras en salones cubiertos de cuero y saben que aún pueden acurrucarse en el regazo de sus propietarios, contentos ronroneando. Si sólo nos mostráramos las mismas atenciones que concedemos a nuestras mascotas podríamos descansar en la simple aceptación de que, si bien no somos perfectos en nuestra imperfección somos maravillosos. 

En esta semana habrá momentos en los que nos sentiremos frustrados si las cosas no van bien y ser un amigo McKenzie para uno mismo en medio de la frustración nos puede ayudar a demostrar un poco de misericordia. Cuando nos sentimos tristes podemos respirar un poco de bondad por nosotros mismos en la tristeza. Cuando nos sintamos avergonzados e indignos, acordémonos de respirar un poco de bondad en la inseguridad o vergüenza. No tratemos de superar estos sentimientos tal cual, negarlos y suprimirlos; hay que notarlos y con cada inspiración podemos pensar:
"Yo respiro en mí mismo misericordia y el perdón para mí". Al principio nos sentiremos tontos y tenderemos a apartar esta respuesta, pero con el tiempo se convierte en un sentimiento real a base de repetirlo.

El perdón comienza con nosotros y para nosotros antes de que sea para la otra persona. El perdón es la misericordia persistente hacia nosotros mismos mediante la cual aprendemos a descansar en la simple aceptación de que, si bien no somos perfectos en nuestra imperfección somos maravillosos. El perdón es la suavidad diaria persistente con nosotros mismos por lo que todo lo que estamos sintiendo, o pasar por aprender a darnos un capricho con compasión y cuidado.

Sin embargo, también es cierto que el perdón es una determinación feroz, además de ser una dulzura persistente hacia nosotros mismos. Se trata de una feroz determinación deliberada de no hipotecar nuestro futuro a los desaires del pasado.

Todos tenemos la experiencia de gente que nos decepcionó, todos hemos experimentado el dolor del rechazo. Estos pueden ser algunos ejemplo: Sabemos lo que es vivir con la sensación de ser una decepción para nuestros padres. Sabemos que el dolor de nuestros padres en ocasiones nos mira con disgusto frío, como si fuéramos un paquete de guisantes recién sacado del congelador. Sabemos lo que se siente al tener amantes o parejas que nos engañan al decirnos que nos aman y a la vez rechazan lo que somos porque han encontrado una nueva atracción. Estas heridas y dolores se acumulan con los años. Nos decimos a nosotros mismos y otros que hemos superado el dolor y el rechazo sin embargo, la intensidad de la memoria consciente o inconsciente contrasta con lo que decimos. Así que seguimos diciendo, con la esperanza en la repetición, que se convertirá en una realidad. En verdad, cada vez que repetimos la historia de dolor o rechazo nos unimos a esa historia con los cuerdas más fuertes. Ahora, no me malinterpretéis. En un sentido "terapéutico" hay que repetir las historias de nuestro dolor para sanar. Sin embargo, hay una diferencia entre una historia para sanar y repetir una historia para revivir el dolor. ¿Cuál es la diferencia?

Al repetir una historia para curar tenemos una persona de confianza -o un consejero si así lo hemos escogido- que nos rinda cuentas. Ellos nos harán responsables por la parte que hemos jugado en nuestro propio dolor. Es una forma de encontrar la manera de redimir la pena, por lo que se convierte en un elemento fundamental para el crecimiento y el desarrollo. La repetición de una historia de dolor, de revivir el dolor no es más que eso. Nos decimos a nosotros mismos y los demás que no tienen la culpa -o si-, que somos víctimas inocentes de los destinos de nuestras vidas. En esta repetición nos unimos más y más fuerte de la historia de nuestro dolor. En la mitología griega es la historia de Prometeo, un hombre que robó el fuego a los dioses y que como castigo fue encadenado a las rocas; cada día su hígado sería devorado por un águila, y cada noche volvería a crecer sólo para volver a ser comido el día siguiente.

Así que muchos de nosotros somos como Prometeo, revivimos nuestro dolor día tras día sin ningún tipo de rescate o liberación. Seguimos repitiendo las mismas historias, los mismos incidentes y nuestras vidas están definidas por las crueldades de los demás hacia nosotros.

Aquí es donde el feroz perdón entra en juego. Nos negamos a seguir reviviendo nuestro pasado. Determinamos a no hipotecar nuestra oportunidad de futuro de felicidad por los pasados de rechazo, de ser tratados como algo sin valor. Esto no es negar el dolor del pasado. Perdón fiero no es endulzar el pasado, reconoce el rechazo que se ha producido o que que creemos haber sentido. Reconoce el incesto, los límites que nunca tenía que haber sido traspasados, reconoce el abuso, la violación, los malos tratos, los desaires, la falta de amor o compasión, el dolor que produjo lo que "no debería haber ocurrido". No niega la realidad de estas cosas, sin embargo, en el reconocimiento de los hechos va un paso más allá. 

Somos más que nuestras historias y el perdón feroz reconoce este hecho. Lo que pudo haber ocurrido en nuestro pasado nos impide vivir nuestro presente. Ese perdón es la negativa a ser definido, limitado y condenado por nuestro pasado.

El perdón comienza con la compasión persistente hacia nosotros mismos, por lo que aprendemos a tratarnos con amabilidad todos los días y que se convierte en una férrea determinación de liberarnos de las heridas que hemos experimentado.

Es por esta razón por la que perdonamos. No por y para la otra persona. Es para reclamar nuestro futuro y para aprender a vivir en la plenitud de todo lo que somos en el momento presente.















5 comentarios:

  1. Un post precioso, íntimo y sincero. Particularmente perdonar es algo que me resulta muy difícil, muy duro. Soy consciente de lo que he sufrido, sufro y sufriré por esto, y no me excuso en que "es algo que no puedo evitar porque soy así", pero... A veces no perdonar también es una opción personal, aunque nos suponga sufrimiento.
    Muy bueno, David, un beso!

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    1. Gracias Carmen. Se que el tema tiene su enjundia y que no es nada fácil. parece que el perdón tiene más connotaciones religiosas que psicológicas o espirituales si se las quiere llamar así.Como bien dices, como casi todo en la vida, son opciones personales, y cambiarlas resulta duro en ocasiones.Puede que en su momento te plantees aligerar parte de esa carga de la que eres consciente; mientras tanto espero que no se haga demasiado pesada.Todos hemos vivido situaciones imperdonables...En ocasiones eso también nos limita a la hora de vivir el día a día , o a arriesgarnos a tener nuevas experiencias.Yo intento que viejas experiencias no coarten mi presente y desde luego no es sencillo, pero tampoco es imposible.Besos¡¡

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  2. Yo he vivido cosas realmente duras, David, y sin embargo siempre lo perdono todo. De hecho mi fallo en este tema llegó a ser perdonar antes de tener garantías de que la otra persona estaba realmente arrepentida. Perdono todo y lo perdonaré todo, porque hubo una época en la que tuve que aprender a perdonarme a mí mismo y resulta que ver los propios defectos y errores no es en absoluto sencillo. No soy un tipo religioso ni mucho menos, pero he aprendido que no perdonar nos llena de dolor y sufrimiento y que es también el sufrimiento la causa del error. Quizás estoy equivocado, pero el rencor es una vida amarga... Lo único malo es que, desgraciadamente, le doy mucha importancia a todo y llevo el pasado conmigo demasiado presente, y quizás sea un lastre... es complicado. Pero perdonaré todo si el que pide perdón realmente es otro.
    ¡Un abrazo! ^_^

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    1. Todos las hemos vivido Jorge. Cada uno sabe lo que ha vivido e incluso olvidado literalmente tras un velo de amnesia tras el cual se entrevé pero el inconsciente reprime por ser tan doloroso.
      Lo expresas muy bien:perdonarse a sí mismo no es sencillo, el perdón no tiene que estar asociado a lo religioso, el rencor es amargo y una mochila pesada que cargamos en nuestro presente impidiendo que lo vivamos plenamente o con miedos y desconfianzas.
      En lo único que difiero un poco es en "perdonaré todo si el que pide perdón realmente es otro". Perdonar al otro nos libera del otro; aunque sea duro, es para nosotros mismos y nuestro equilibrio emocional y "espiritual" -que no religioso. ¿Y si no nos lo piden guardaremos ese veneno en nosotros?.
      En mi caso muchos no me lo pedirán por diversas causas:no son conscientes del daño que hicieron, otros lo son pero por orgullo jamás lo reconocerían, otros han fallecido y otros muchos no se ni donde están ni necesito saberlo. Perdonar no significa tener a la persona delante físicamente y decir "te perdono"; yo lo considero como un acto interno que se puede realizar mediante diversas técnicas: meditación, re-programación neurolinguistica,auto-afirmaciones y muchas más... Al principio uno se revela, una parte no quiere,se justifica...Por eso lo del perdón feroz, acto de voluntad y tenacidad, de pequeños pasos. ¿Dolor en este proceso? ¿Lágrimas? ¿Resistencia? ¿Dudas? ¡Desde luego,no digo que sea sencillo! Pero el peso se va haciendo mucho más ligero, la actitud ante la vida va cambiando en el presente.
      Perdonar no se basa en que los demás se lo merezcan: ¡nos lo merecemos nosotros!. Tampoco implica dejarse avasallar y estar sometido a situaciones dañinas y poco sanas; no es ser mártir o víctima. Yo lo considero un acto de sanación de la autoestima...
      Como siempre, es una reflexión, en este caso auto-aplicada.
      Un super cálido abrazo¡¡

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    2. Absolutamente de acuerdo, es más, no creo que se pueda perdonar a otro cuando nos lo pide si previamente no lo hemos perdonado en nuestro corazón. Eso sí, ha habido unas cosas que perdonar más fáciles que otras.
      ¡Un abrazote! ^_^

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