Cuando se abusa de presuntas virtudes estas se convierten en defectos.No todo es evidente y de ahí el discernimiento, aprendizaje, en ocasiones el periodo de duelo y los nuevos comienzos.
EN RECUERDO DE M.R,J.
(1966-2014)
DE PARTE DE J.R.J
LOS CISNES YA NO SON TRANSPARENTES
Hubo un momento en el que el
Universo quiso experimentarse a sí mismo y, en una de sus manifestaciones, hizo
la prueba de crear cisnes transparentes en uno de sus planetas piloto: una
primera versión de la tierra. Era un intento sano de crear un mundo sin
mentiras, sin falsedades.
Eran aves magníficas de gran
envergadura, capaces de dominar el cielo en espirales sinfónicas y de dejar sin
respiración al resto de los animales que los observaban atónitos. ¡Se diría tanto de sus vuelos si aún quedase tan solo un superviviente de ese mundo
perdido! Se rumorea acerca de aquellas tardes coloreas con matices imposibles por
un sol y dos lunas, donde aquellas aves agujereaban las nubes a velocidades
increíbles repitiendo sus acrobacias sobre las montañas heladas, para luego descansar en mitad de un lago tan inmenso como un continente. Allí,
juntos, en la superficie del marjal, brillaban como una sola estrella en vital
movimiento.
Estas criaturas honestas
incapaces de mentir sólo podían digerir cosas transparentes, preferentemente cuarzos
blancos molidos o bien el hielo dulce que abundaba en las alturas de las cordilleras.
Sus huevos eran como inmensas gotas de agua que descomponían arcoíris. Cuando
morían sus restos se convertían en diamantes de caprichosas figuras.
En ocasiones algunos ejemplares jugaban
con medusas, sus únicos amigos, ya que les costaba mucho confiar en alguien que
no fuese completamente transparente y,
lamentablemente, casi todos tenían como mínimo algún color. Para ellos un
águila era lo mismo que una paloma, un gato que un perro y un lagarto que una
iguana. Solo eran seres opacos sin diferenciación ante los cuales se sentían superiores.
Eran incapaces de ver a través de ellos y solo se quedaban con lo evidente,
con el aspecto opacado, con esa única capacidad de entender la transparencia.
No escapaban de aquel criterio el resto de las aves coloridas o de lindo trinar;
por muy bellas cualidades que tuvieran no eran transparentes... y por lo tanto
también eran mentirosas y falsas.
Los límpidos cisnes- no obstante-
volaban y volaban encantando a todas las criaturas; formaban figuras en el cielo a toda hora y momento, formando
letras de un lenguaje perdido en una atmósfera analfabeta y figuras geométricas de
complicado trazado. Opacaban al resto de los pájaros que, simplemente,
preferían humildemente posarse en las ramas de los árboles a observar tan
hermoso espectáculo llenos de admiración.
Todo iba bien, aunque la elitista
arrogancia de los cisnes fuera constante y evidente, hasta que una mañana, en
vez de formar figuras, la bandada se dividió plasmando dos grandes círculos
detenidos en el cielo, que poco a poco se empezaron a alinear presagiando lo
peor. A medio día, los círculos se juntaron en un punto que logró eclipsar al
sol y como una lupa gigante se generó un
poderoso rayo que derritió todo, que quemó todo, que destruyó todo.
El Universo cayó en cuenta de lo
sucedido, que aquel modo de percibirse sin mentiras o falsedades solo había
traído oscuridad y destrucción; aprendió y comprendió que la transparencia no
debía ser visible, si no escondida. Debía de estar tras la humildad y no en
los alardes de superioridad que implicaban el distanciamiento. En definitiva debía ser descubierta esforzándose y no mostrada como algo físicamente inherente.
Por ello, en esta nueva versión
de la tierra los cisnes no son transparentes. Algunos de ellos solo son blancos
en recuerdo a la pretensión de pureza de sus hermanos caídos por su
deshonestidad y ego.
Aún así, aún conservan rasgos de
su belleza, pero los diamantes hallados kilómetros bajo tierra son tallados.