El comienzo de curso suele estar repleto de expectación a la vez que miedo, de propósitos de enmienda que solemos olvidar
¿ASIGNATURAS PENDIENTES?
Este tiempo me ha servido para reflexionar, para ser
consciente de mis “asignaturas pendientes” y de la causa de no haberme aplicado
lo suficiente durante el curso pasado. Desde donde estoy, desde esta
perspectiva, soy capaz de entender y sentir esa parte de mí que no fue lo
suficientemente diligente, que no dedicó el tiempo y energía apropiados para
interiorizar las lecciones; que se me dieron muchas oportunidades para
enderezar mi camino pero permití que la
pereza, el miedo, las distracciones por cosas irrelevantes me invadieran.
Tendemos a evadirnos de los compromisos y evitar aquello que de alguna manera
requiere nuestro mejor esfuerzo.
No es que ignorara totalmente las señales de aviso; se me
dieron muchas. Algunas venían de fuera, otras de mi mismo. El caso es que, a
pesar de saber que las cosas no están todo lo bien que podían estar, no hice
demasiado por pensarlas y sentirlas desde otros puntos de vista. Pero en este
momento soy capaz de ser consciente de que de todo se aprende y que asumir la
reprimenda de otros o auto castigarse es un derroche inútil de energía que no
ayuda en nada, mas que a la inmovilidad y la culpa. Simplemente es mejor hacerse
cargo, hacerse responsable. No puedo consentir recrearme y perder tiempo en lo
que pude haber hecho ayer: el ayer ya no existe. Puedo esperar y desear que el
mañana sea distinto; si, pero sin aferrarme a los objetivos, a mi propio deseo
para alimentar un ego que me separa de los demás. Es el presente, el aquí y
ahora lo que cuentan y donde me doy cuenta de lo que soy… que Soy…
Tengo la absoluta certeza de que también en esta ocasión
muchos intentarán inculcarme conceptos y esquemas mentales a los que tendré que
someterme al principio, nuevas reglas, nuevos dogmas. Al fin y al cabo es un
lugar diferente en el que se me da la oportunidad de aprender y que en gran medida
he elegido. Con trabajo y esfuerzo tendré las suficientes oportunidades como
para cuestionarme todo y elegir yo mismo. De entre todo lo que me enseñen tendré
que escoger con que me quedo y que descarto. Sin cuestionarse lo aprendido, sin
tener la valentía de aplicarlo y obtener resultados concretos no se avanza, no
se aprende, no se descubren nuevos horizontes.
Se que en esta ocasión me será más fácil recordar la teoría
de algunas asignaturas, pues muchas de las situaciones, vivencias y lecciones
me son familiares, ya las he vivido. Solo tengo que estar abierto a lo que
venga y esmerarme en las prácticas. Es bastante probable que al principio
sienta desconcierto, desconfianza, incluso miedo. Mientras me permita
sentirlos, reconocerlos y gestionarlos todo estará bien. Debo ser lo
suficientemente lucido como para no consentir que me inmovilicen. Ante tanto
que aprender viviendo –o vivir aprendiendo- en otras ocasiones, en otros cursos,
me he sentido o abrumado y disperso, o demasiado rígido en mis objetivos como
para aceptar las nuevas experiencias que podía experimentar con mis compañeros,
o que herramientas eran las más adecuadas para determinado fin, o incluso si
tenía que “inventarlas”.
Este nuevo periodo de aprendizaje se me presenta fascinante,
lleno de retos. Ahora estoy tranquilo, en paz, lo tengo todo planificado, pero
llegada la hora es muy probable que me ponga nervioso y olvide.
Mi nuevo cuerpo físico acaba de ser fecundado en esta
limitada realidad en la que el tiempo se mide. Mientras la mitosis se multiplica
exponencialmente la parte de mi ser que se está encarnando va olvidando las causas
por las cuales eligió a estos padres prestados, a sus futuros amigos, compañeros
de trabajo o sentimentales y las enseñanzas que decidió vivir. En este nuevo
envase carnal limitado a tan solo tres dimensiones, esa parte de mi alma va
olvidando que es polvo de estrellas, que pertenece a un todo. Inicialmente se verá
aislado y separado cuando tome conciencia de sí mismo; cuando se sienta
identificado con su organismo, no recordará el motivo por el cual eligió un
cuerpo más o menos agraciado según las estructuras mentales en las que se ve
inmerso, su sexo y orientación sexual; ni porque escogió nacer en el entorno de
una religión determinada o ausencia de ella, evolucionar en una sociedad en paz
o en guerra, en pobreza o riqueza..
Empieza a olvidarme una vez más, tal como ha sucedido a lo largo
de interminables encarnaciones. Flotando en el líquido amniótico se siente, en
cierto modo, como en casa pues el cordón umbilical le nutre, le alimenta, le
conecta a su madre como los chacras alineados conectados a la tierra. Cuando
tenga conciencia de sí mismo y posteriormente Consciencia se conectará con su
esencia, con su Yo, Conmigo… e intentare ayudarle a despertar para que conciba
en Nosotros, en la Unidad; para que le resuenen en su vivencia en tres
dimensiones las vibraciones de otras vidas pasadas y venideras en las que los
conceptos de tiempo y espacio solo son unos mas de las muchos experimentados.
No soy un cuerpo que tiene un alma que experimenta la divinidad si, así lo
escoge; soy una parte de la divinidad, una parte de un alma que se experimenta a
sí misma a través de un cuerpo en unas condiciones maravillosamente limitadas y
llena de posibilidades. Aunque sus inquietudes le susurren que hay algo más, que Soy más, tendrá libre albedrío como para hacerlas caso o no. Puede que sea un loco feliz o un cuerdo triste,
que dude y me equivoque: mi ego tendrá mucho que ver con ello. Eso también es
aprender y experimentarse a sí mismo. No he de juzgarme por ello, ni hacerlo
con los demás. No hay equivocaciones, todo es aprendizaje; todo es como debe
ser, aunque esa parte de mi o ajena no las entienda.
Ahora, esa porción de mí, al ser parida con toda la
inocencia innata siente frío y tiembla; ante los primeros parpadeos se ve cegada
por esta diferente calidad de la luz, y llora. Solo se calma un poco cuando es abrazada
por su madre concertada. ¿Karma? ¿Dharma?... ¿Qué más da? Esta existencia es lo
que cuenta, el aquí y ahora, el actuar y sentir lo más honestamente posible con
uno mismo y por lo tanto con los demás.
Mirar a los ojos de un bebé es la oportunidad de asomarse al
misterio de la creación. Todo es como debe ser, soy perfecto tal y como
vosotros lo sois; lo que sucede es que lo hemos olvidado al identificarnos con
nuestro ego. Independientemente de las circunstancias soy lo que pienso, lo que siento… al igual
que vosotros. ¡Creo mi realidad¡
Ese fragmento de mi
comenzó así su nuevo primer día de clase en la escuela de la vida de la
tierra, hasta encontraros a vosotros…, hermanos de dorada luz…, compañeros de
clase a la vez que maestros.
Por cierto, aburrirse o dormirse en clase es habitual.
¡Despertad!