En este caso tengo el placer y el honor de contar con la valiosa colaboración literaria de una amiga y colega que ha querido participar en este blog con un relato inquietante.
SALVOCONDUCTO
Siempre nos quedará
París
Casablanca
Amanecía cuando salimos del gueto. La ciudad
se desperezaba mientras recorríamos las calles que, poco a poco, se llenaban de
gente. No llevábamos salvoconducto pero confiaba en
que nadie se fijaría en la marca que latía bajo la piel, como un número
indeleble que señalaba nuestra condición. Cientos de desconocidos se deslizaban
perezosos a nuestro paso; éramos sólo cuatro entre tantos: el salvador
anonimato de unos cuerpos confundidos en la multitud.
Mientras desayunábamos en la cafetería
observaba con desconfianza a mi alrededor, temía que mi cara reflejase las
huellas del pecado reciente y me delatara. Relajada, sin embargo, la pareja que
nos acompañaba se comía la boca a besos entre sorbo y sorbo de café. Nadie
parecía reparar en ellos y si lo hacía era con envidia o, quizá, con cierto
reproche por aquel dedo anhelante que acariciaba de modo casi imperceptible el
pezón de ella. No les importaba el mundo, de todos modos; ellos podían hacerlo,
estaban a salvo, seguían las reglas impuestas por los otros. Nosotras no. A
nosotras no se nos permitía; por eso nuestras rodillas apenas se rozaban, el
hombro rehuía al otro hombro, los dientes apresaban los propios labios. Labios
que horas antes se exploraban y descubrían en la oscuridad de una discoteca de
Chueca y que ahora callaban, silenciados por el miedo y la vergüenza.
Se removía incómoda en la silla de plástico.
Intimidada, supongo, por la gran ciudad desconocida y mi silencio. Una de las
veces su costado rozó el mío y nos quedamos inmóviles. Observé por el rabillo
del ojo su cuerpecito delgado, tembloroso y tenso. De repente, respiro con
fuerza, levantó la barbilla y apretó los dientes llena de determinación; sentí
su mano cálida entrelazando la mía bajo la mesa, contuve el aliento y el
instante se congeló.
Me invadió el pánico. Cualquiera podía
vernos; cualquiera podía señalarme con su dedo (otro dedo, menos amable,
hiriente, juez y verdugo) acusador. Ella se iría pronto, pero yo quedaría allí,
en mi ciudad y la marca que ocultaba celosamente sería visible sobre la piel,
para siempre. Separé la mano con brusquedad.
Al cabo la miré, furtiva, a los ojos.
Leyó la cobardía en los míos y yo... yo la decepción en los suyos.
Cuando inclinó la cabeza supe que nunca nos
quedaría París; ni siquiera nos quedaría Madrid.
Gema Bocardo
BREVE CURRÍCULUM LITERARIO
Gema Bocardo
Blog personal: Puentes y muros
Licenciada en
Derecho. Narración oral y recitales poéticos desde 1996, habiendo formado parte
de la Red de Arte Joven de la Comunidad Autónoma de Madrid.
Escribe poemas, canciones y relatos, algunos de
los cuales han sido publicados en diversos blogs y revistas literarias como Trajín, Azahar,
Con sabor a delito, Acantilados de Papel, Groenlandia, Realidades y Ficciones,
GayArt... Otros han sido seleccionados en premios
literarios como Picapedreros 2012, Ars Creatio 2012, El Dinosaurio 2013,
Aseapo 2013, Espartinas 2013...
Colaboradora de La Revista La Oca
Loca
Escritora para
ICContenidos
Relato Perfecto, publicado en la antología Banco de Maridos Defectuosos.
Poema Anoche en antología
Versos en el aire.
Microrrelato
seleccionado para la antología Viejos Amigos 2013
Venho desejar festas felizes com muita saúde.
ResponderEliminarAbraço
Que la Navidad y el Año Nuevo sean portadores de Paz, Amor y Felicidad colmando todos tus deseos y mayores anhelos, así como los de tu familia y amigos. Un abrazo.
Eliminarmuy bueno, invita a su lectura. Saludos David M.
ResponderEliminarGema es muy buena escritora y me siento muy orgulloso de que accediera a colaborar en este blog.
EliminarSólo soy una persona que siente.
ResponderEliminarMil gracias por tender un puente.