Algunos cactus son comestibles debidamente preparados,otros no. Sea como sea, todo tiene su función y utilidad.
LOS CACTUS
Los cactus son animales de cuerpo
generalmente hinchado que temen ser abrazados. Han perdido sus hojas por lo que
se esconden bajo una manta de espinas, que a veces son gruesas, ostentosas; en otras
ocasiones finas. Muchos de ellos, a no ser que hayan sido capturados y vivan en
cautividad en jardines o macetas, suelen refugiarse en los desiertos, en
ocasiones en grupos y en otras aislados, desplazándose únicamente de noche,
cuando nadie los ve. Los cardos tienen un comportamiento similar, si bien
prefieren los márgenes de las carreteras para al menos poder contemplar, si es
que les interesa, el paso de los vehículos cuyo destino ignoran.
Alguna vez conocieron el calor de
los abrazos, el desenredo de un peine y el brote incondicional del agua
potable. Decidieron abandonar todo ello con tal de salir en busca de la
soledad. Así el calor del abrazo ha sido sustituido por el del ardoroso sol, el
peine ha quedado olvidado y han desdeñado beber durante meses, especialmente en
invierno.
En ocasiones los cactus se
alimentan del silencio de la luna, aman la noche sin interferencias. Caminan más
allá de los caminos, hasta que cesan los murmullos de la humanidad, de casi
cualquier ser vivo. Tal es su austeridad que sus bellísimas flores apenas duran
un par de días tardando en ocasiones lustros en repetir el proceso. La flojedad de estas flores fantásticas
hace que solo se abran al anochecer, ya que son demasiado frágiles para
soportar los rayos del sol que el cactus ha elegido para sí. ¡Qué belleza tan efímera
para tanto esfuerzo!
Se adentran tanto en lo
desconocido que llegan a territorios prohibidos y mágicos, del tipo que eligen
las galaxias para desnudarse completamente, como mujeres pudorosas en oasis
desolados. Todo para transformarse en observatorios astronómicos carentes de
espejos y tiempo donde se confiesan las rocas de civilizaciones pasadas o venideras. Atentamente, sin ninguna prisa,
contemplan cada destello luminoso, cada hebra que formó parte de la gran
historia del cosmos. A eso dedican sus vidas, como ermitaños con valores que
incluyen el ascetismo, la penitencia, el alejamiento del mundo urbano y la
ruptura con las preferencias de éste. Buscan el silencio…
Por ello algunos cactus son
depredados como momias alcohólicas, emborrachadas de conocimiento oculto. Los
chamanes beben del alucinógeno néctar que se almacena en el interior de sus
estómagos asociales. Un elixir que lentamente, sin saberlo, noche tras noche,
es fermentado por la luna para compartir su conocimiento con otros.
Tiene pinceladas chamanicas y me ha recordado a Castaneda y su viaje interior.
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